Respuestas bíblicas y doctrinales a los Testigos de Jehová
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ISBN: 978-84-8267-853-5
Pocas personas hay que no hayan recibido la visita reiterada de los «Testigos de Jehová» quienes se presentan como «Estudiantes de la Biblia» y como «Cristianos». Admiramos el celo con que estos hombres y mujeres llaman de puerta en puerta, y la paciencia con que reciben negativas y reproches. Pero no siempre es así, y lo cierto es que los «Testigos de Jehová» aumentan constantemente.
Dicen que sólo ellos son los que entienden la Biblia de un modo completo y que es la voluntad de Jehová (como su fundador Russell les enseñó) que sean ellos los escogidos para disfrutar del Nuevo Mundo que Jehová establecerá en la tierra .
Muchos se han hecho miembros de esta organización y la propagan con entusiasmo, no tanto por haber llegado a un conocimiento profundo en Cristo, sino por el atractivo que les ofrece el Reino de Dios sobre la tierra, en el sentido social.
Hay solo un punto de contacto con ellos y es la Sagrada Escritura. No pueden evitar ese libro de texto, del cual se declaran estudiantes. Pero como hay en la Biblia doctrinas esenciales que difieren de aquellas recibidas oralmente o por escrito de sus maestros, los altos jefes de la secta se han visto obligados a editar una nueva «biblia» modificada y adaptada a las peculiares enseñanzas del russellismo, la «Traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras».
Este libro recoge las respuestas bíblicas y doctrinales que demuestran, como han modificando el texto para sustituirlo por las enseñanzas bíblicas y doctrinales de su organización.
ISBN: 978-84-8267-853-5
Pocas personas hay que no hayan recibido la visita reiterada de los «Testigos de Jehová» quienes se presentan como «Estudiantes de la Biblia» y como «Cristianos». Admiramos el celo con que estos hombres y mujeres llaman de puerta en puerta, y la paciencia con que reciben negativas y reproches. Pero no siempre es así, y lo cierto es que los «Testigos de Jehová» aumentan constantemente.
Dicen que sólo ellos son los que entienden la Biblia de un modo completo y que es la voluntad de Jehová (como su fundador Russell les enseñó) que sean ellos los escogidos para disfrutar del Nuevo Mundo que Jehová establecerá en la tierra .
Muchos se han hecho miembros de esta organización y la propagan con entusiasmo, no tanto por haber llegado a un conocimiento profundo en Cristo, sino por el atractivo que les ofrece el Reino de Dios sobre la tierra, en el sentido social.
Hay solo un punto de contacto con ellos y es la Sagrada Escritura. No pueden evitar ese libro de texto, del cual se declaran estudiantes. Pero como hay en la Biblia doctrinas esenciales que difieren de aquellas recibidas oralmente o por escrito de sus maestros, los altos jefes de la secta se han visto obligados a editar una nueva «biblia» modificada y adaptada a las peculiares enseñanzas del russellismo, la «Traducción del Nuevo Mundo de las Sagradas Escrituras».
Este libro recoge las respuestas bíblicas y doctrinales que demuestran, como han modificando el texto para sustituirlo por las enseñanzas bíblicas y doctrinales de su organización.
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No se trata de una novedad sino de la reedición revisada y ampliada de un clásico que con en título de «Proceso a la “biblia” de los Testigos de Jehová» fue un bestseller incuestionado a lo largo de los años 1970-1985, con cinco ediciones impresas, y una demanda popular constante, que finalmente ha convencido al autor y a la Editorial CLIE de la conveniencia de revisarlo y ponerlo de nuevo a disposición del mercado.
Una obra de controversia que denuncia con claridad como los líderes de los llamados «Testigos de Jehová» han manipulado la traducción del texto bíblico en su versión de la Biblia conocida como “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, con el propósito de poder demostrar ante sus seguidores y otras personas que sus doctrinas se apoyan en la Sagrada Escritura. Pero ni en base al texto hebreo-griego original, ni a ninguna otra traducción del mismo llevada a cabo hasta la fecha (ya sea protestante, católica u ortodoxa) sus teorías se sostienen en modo alguno.
Es uno de los libros que más éxito ha alcanzado a la hora de abrir los ojos de muchos Testigos de Jehová honestos y sinceros; y que dada la solidez de sus argumentos, más quebraderos de cabeza ha causado a los líderes del grupo. Con todo, y pese a tratarse de un libro polémico, su enfoque no es agresivo, sino exclusivamente hermenéutico-científico, como bien reconoce uno de ellos en carta dirigida al autor: «Debo confesarle que es el mejor libro que he leído sobre el tema… hace usted un estudio bastante profundo con respecto a la divinidad de Cristo, y realmente es muy bueno por su sólida base. Yo he creído siempre que no existe Trinidad, y que Cristo no es Jehová, sino simplemente un hijo subordinado de Dios. Con todo, sus argumentos han hecho que me lo cuestionara, y aunque me es difícil todavía renunciar a mi anterior creencia, seguiré estudiando repetidas veces su obra».
Aunque se centra básicamente en el debate filológico y hermenéutico respecto a la divinidad de Cristo y la doctrina de la Trinidad, a lo que el autor dedica más de la mitad de la obra, no deja de analizar el resto de puntos doctrinales en que los «Testigos de Jehová» se desvían en las doctrinas tradicionales del cristianismo como: La resurrección corporal de Cristo, el Espíritu Santo, alma y espíritu, la prohibición de sangre, los 144.000 señalados, ¿cruz o madero?, aniquilación o castigo eterno, etc., etc.
La nueva edición, completamente revisada, se enriquece con dos importantes apéndices en los que el autor responde a las objeciones que le han sido planteadas en correspondencia mantenida con Testigos de Jehová a lo largo de los últimos años, en especial sobre el tema de la supervivencia del alma y la condición de los muertos.
Sin duda la mejor herramienta, la más científica y mejor documentada, a disposición de aquellos que por una u otra razón: familiar, profesional, ministerial o evangelística, se ven en la necesidad de tener que relacionarse y polemizar con “Testigos Cristianos de Jehová”.
La obra se presenta con el respaldo y apoyo de tres pesos pesados en el mundo de la teología y la literatura cristiana de habla española: Un extenso Prólogo, de Samuel Vila titulado «Luces y sombras del movimiento Rusellista», una acertada Presentación, del teólogo español José Grau; y una Introducción, de Francisco Lacueva en la que como especialista en el tema ahonda aún más en el tema trinitario y de la divinidad del Verbo. Cabe decir, pues, que no puede venir mejor “apadrinado” en lo que a nivel de calidad teológica y hermenéutica respecta.
El autor estructura su trabajo crítico de la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, dedicando el primer capítulo por entero a explicar la historia, el proceso y los puntos débiles de ésta controvertida traducción bíblica.
A partir de ahí, se adentra directamente en el análisis crítico de la misma, abundando en el punto doctrinal clave: la divinidad de Cristo, a lo cual dedica los ocho siguientes capítulos, del dos al nueve.
Y como es de esperar, abre su análisis crítico con el texto clave de la controversia: Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”, texto que los Testigos, buscando apoyo a su doctrina de que el Verbo no coexistía eternamente con el Padre sino que fue posteriormente creado por él, traducen manipulando el sentido del griego como “y la Palabra estaba con el Dios, y la Palabra era un dios».
El documentado estudio filológico y gramatical que hace el autor a lo largo de estos once capítulos es ciertamente tan exhaustivo como demoledor. No se limita a demostrar lo errado de la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras” en numerosos pasajes den Nuevo Testamento, sino que además va analizando y desenmascarando una a una las razones doctrinales y dogmáticas que arrastraron a los líderes rusellistas a tan monstruosa falsificación.
El capítulo diez lo dedica a rebatir otro de los errores doctrinales de los «Testigos de Jehová»: El de no reconocer la resurrección corporal de nuestro Señor Jesucristo. Dicen que lo que se apareció a los discípulos no fue cuerpo físico, sino únicamente espíritu.
En el capítulo once se ocupa de las falsificaciones de traducción referentes al Espíritu Santo. Puesto que el mismo procedimiento que usan los traductores de la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras” para minimizar y disminuir la persona y la gloria de nuestro Señor Jesucristo, lo emplean también para negar la personalidad del Espíritu Santo en aquellos textos donde esta se halla de un modo demasiado claro y peligroso para sus enseñanzas.
El capitulo doce lo dedica a exponer de forma sencilla y comprensible, en contraste con las doctrinas rusellistas, la doctrina de la Iglesia cristiana respecto a la Santísima Trinidad.
En el capítulo trece tiene el objeto de facilitar respuestas breves y concisas, pero fulminantes, a las cuestiones básicas que partiendo de su traducción manipulada de algunos textos bíblicos, los visitadores de los «Testigos de Jehová» suelen plantear cuando van de casa en casa, sembrando dudas y a veces poniendo en jaque al creyente sencillo no versado en el tema.
Los capítulos catorce y quince entran en el debate del estado del alma después de la muerte, puesto que los «Testigos de Jehová» niegan la inmortalidad del alma y se esfuerzan en demostrar que el ser humano no tiene un alma espiritual, sino que «es un alma», y que esa alma, que no es más que la vida, no sobrevive al cuerpo.
En el capítulo dieciséis debate el tema del castigo eterno o aniquilación, que parte de una traducción manipulada del texto de Mateo 25:46, donde la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras” sustituye “castigo eterno” por “cortamiento eterno” con el propósito de apoyar su doctrina al respecto.
El capitulo diecisiete aborda el polémico tema de los llamados “144.000” de Apocalipsis 14:3, que los Testigos interpretando a su antojo utilizan para afirmar que la Iglesia o cuerpo de Cristo está limitada a 144.000 personas, de las cuales sólo 12.000 más o menos siguen viviendo en la tierra. El resto de creyentes son parte del Reino, pero no forman parte de la Iglesia.
En los capítulos dieciocho y diecinueve desmonta dos de las extravagancias más notorias de los «Testigos de Jehová»: Su rechazo al símbolo de la Cruz, alegando de que Cristo no murió crucificado con los brazos extendidos sino empalado, atado a un madero con ambas manos juntas; y la prohibición de comer sangre y recibir transfusiones, algo que les ha llevado a notorios conflictos con la ciencia médica y las autoridades civiles.
Y en capítulo final, capítulo veinte, hace una breve recopilación de la historia de los «Testigos de Jehová» desde su fundación por Charles Taze Rusell a finales del Siglo XIX hasta nuestros días.
La obra se concluye con un Epílogo de Samuel Vila, y dos interesantes Apéndices en los que el autor transcribe, argumenta y rebate diversas críticas y objeciones recibidas de parte de algunos «Testigos de Jehová» después de leer el libro.
Una obra de controversia que denuncia con claridad como los líderes de los llamados «Testigos de Jehová» han manipulado la traducción del texto bíblico en su versión de la Biblia conocida como “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, con el propósito de poder demostrar ante sus seguidores y otras personas que sus doctrinas se apoyan en la Sagrada Escritura. Pero ni en base al texto hebreo-griego original, ni a ninguna otra traducción del mismo llevada a cabo hasta la fecha (ya sea protestante, católica u ortodoxa) sus teorías se sostienen en modo alguno.
Es uno de los libros que más éxito ha alcanzado a la hora de abrir los ojos de muchos Testigos de Jehová honestos y sinceros; y que dada la solidez de sus argumentos, más quebraderos de cabeza ha causado a los líderes del grupo. Con todo, y pese a tratarse de un libro polémico, su enfoque no es agresivo, sino exclusivamente hermenéutico-científico, como bien reconoce uno de ellos en carta dirigida al autor: «Debo confesarle que es el mejor libro que he leído sobre el tema… hace usted un estudio bastante profundo con respecto a la divinidad de Cristo, y realmente es muy bueno por su sólida base. Yo he creído siempre que no existe Trinidad, y que Cristo no es Jehová, sino simplemente un hijo subordinado de Dios. Con todo, sus argumentos han hecho que me lo cuestionara, y aunque me es difícil todavía renunciar a mi anterior creencia, seguiré estudiando repetidas veces su obra».
Aunque se centra básicamente en el debate filológico y hermenéutico respecto a la divinidad de Cristo y la doctrina de la Trinidad, a lo que el autor dedica más de la mitad de la obra, no deja de analizar el resto de puntos doctrinales en que los «Testigos de Jehová» se desvían en las doctrinas tradicionales del cristianismo como: La resurrección corporal de Cristo, el Espíritu Santo, alma y espíritu, la prohibición de sangre, los 144.000 señalados, ¿cruz o madero?, aniquilación o castigo eterno, etc., etc.
La nueva edición, completamente revisada, se enriquece con dos importantes apéndices en los que el autor responde a las objeciones que le han sido planteadas en correspondencia mantenida con Testigos de Jehová a lo largo de los últimos años, en especial sobre el tema de la supervivencia del alma y la condición de los muertos.
Sin duda la mejor herramienta, la más científica y mejor documentada, a disposición de aquellos que por una u otra razón: familiar, profesional, ministerial o evangelística, se ven en la necesidad de tener que relacionarse y polemizar con “Testigos Cristianos de Jehová”.
La obra se presenta con el respaldo y apoyo de tres pesos pesados en el mundo de la teología y la literatura cristiana de habla española: Un extenso Prólogo, de Samuel Vila titulado «Luces y sombras del movimiento Rusellista», una acertada Presentación, del teólogo español José Grau; y una Introducción, de Francisco Lacueva en la que como especialista en el tema ahonda aún más en el tema trinitario y de la divinidad del Verbo. Cabe decir, pues, que no puede venir mejor “apadrinado” en lo que a nivel de calidad teológica y hermenéutica respecta.
El autor estructura su trabajo crítico de la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras”, dedicando el primer capítulo por entero a explicar la historia, el proceso y los puntos débiles de ésta controvertida traducción bíblica.
A partir de ahí, se adentra directamente en el análisis crítico de la misma, abundando en el punto doctrinal clave: la divinidad de Cristo, a lo cual dedica los ocho siguientes capítulos, del dos al nueve.
Y como es de esperar, abre su análisis crítico con el texto clave de la controversia: Juan 1:1: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”, texto que los Testigos, buscando apoyo a su doctrina de que el Verbo no coexistía eternamente con el Padre sino que fue posteriormente creado por él, traducen manipulando el sentido del griego como “y la Palabra estaba con el Dios, y la Palabra era un dios».
El documentado estudio filológico y gramatical que hace el autor a lo largo de estos once capítulos es ciertamente tan exhaustivo como demoledor. No se limita a demostrar lo errado de la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras” en numerosos pasajes den Nuevo Testamento, sino que además va analizando y desenmascarando una a una las razones doctrinales y dogmáticas que arrastraron a los líderes rusellistas a tan monstruosa falsificación.
El capítulo diez lo dedica a rebatir otro de los errores doctrinales de los «Testigos de Jehová»: El de no reconocer la resurrección corporal de nuestro Señor Jesucristo. Dicen que lo que se apareció a los discípulos no fue cuerpo físico, sino únicamente espíritu.
En el capítulo once se ocupa de las falsificaciones de traducción referentes al Espíritu Santo. Puesto que el mismo procedimiento que usan los traductores de la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras” para minimizar y disminuir la persona y la gloria de nuestro Señor Jesucristo, lo emplean también para negar la personalidad del Espíritu Santo en aquellos textos donde esta se halla de un modo demasiado claro y peligroso para sus enseñanzas.
El capitulo doce lo dedica a exponer de forma sencilla y comprensible, en contraste con las doctrinas rusellistas, la doctrina de la Iglesia cristiana respecto a la Santísima Trinidad.
En el capítulo trece tiene el objeto de facilitar respuestas breves y concisas, pero fulminantes, a las cuestiones básicas que partiendo de su traducción manipulada de algunos textos bíblicos, los visitadores de los «Testigos de Jehová» suelen plantear cuando van de casa en casa, sembrando dudas y a veces poniendo en jaque al creyente sencillo no versado en el tema.
Los capítulos catorce y quince entran en el debate del estado del alma después de la muerte, puesto que los «Testigos de Jehová» niegan la inmortalidad del alma y se esfuerzan en demostrar que el ser humano no tiene un alma espiritual, sino que «es un alma», y que esa alma, que no es más que la vida, no sobrevive al cuerpo.
En el capítulo dieciséis debate el tema del castigo eterno o aniquilación, que parte de una traducción manipulada del texto de Mateo 25:46, donde la “Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras” sustituye “castigo eterno” por “cortamiento eterno” con el propósito de apoyar su doctrina al respecto.
El capitulo diecisiete aborda el polémico tema de los llamados “144.000” de Apocalipsis 14:3, que los Testigos interpretando a su antojo utilizan para afirmar que la Iglesia o cuerpo de Cristo está limitada a 144.000 personas, de las cuales sólo 12.000 más o menos siguen viviendo en la tierra. El resto de creyentes son parte del Reino, pero no forman parte de la Iglesia.
En los capítulos dieciocho y diecinueve desmonta dos de las extravagancias más notorias de los «Testigos de Jehová»: Su rechazo al símbolo de la Cruz, alegando de que Cristo no murió crucificado con los brazos extendidos sino empalado, atado a un madero con ambas manos juntas; y la prohibición de comer sangre y recibir transfusiones, algo que les ha llevado a notorios conflictos con la ciencia médica y las autoridades civiles.
Y en capítulo final, capítulo veinte, hace una breve recopilación de la historia de los «Testigos de Jehová» desde su fundación por Charles Taze Rusell a finales del Siglo XIX hasta nuestros días.
La obra se concluye con un Epílogo de Samuel Vila, y dos interesantes Apéndices en los que el autor transcribe, argumenta y rebate diversas críticas y objeciones recibidas de parte de algunos «Testigos de Jehová» después de leer el libro.
ISBN | 9788482678535 |
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Autor | Danyans De La Cinna, Eugenio |
Encuadernación | Rústica fresada |
Publicacion | 2014 |
Idioma | es |
Páginas | 256 |
Medidas | 15 x 23 cm |