Mujeres de la Biblia judía (Ed. Rústica)
Aunque su título pueda llevar a más de uno a pensar que se trata de un libro de estudios bíblicos biográficos para mujeres, nada más lejos de la realidad. No es el típico libro devocional para mujeres cristianas, tal como solemos concebirlo dentro de nuestros círculos de literatura evangélica. Estamos ante uno de los trabajos exegético-biográficos más serios y documentados que se hayan escrito sobre el tema de la mujer en la Biblia. Sus destinatarios son los líderes, profesores de seminarios teológicos y en general todos aquellos estudiosos de la Biblia, hombres y mujeres, interesados en profundizar y entender mejor el papel de la mujer en el judaísmo antiguo.
Ello implica que algunos de los postulados del autor puedan resultar, en el mundo evangélico, muy chocantes a personas que no cuenten con la preparación adecuada. Tal es el caso de asumir que la mayor parte del Antiguo Testamento fue redactada en los siglos VI-IV a.C. para servir de ejemplo y guía a los judíos del exilio. Y en consecuencia, la inclusión en el libro no sólo de las mujeres mencionadas en los libros del canon hebreo (Miqrá), sino también de las que figuran en los libros llamados Deuterocanónicos, añadidos en la diáspora helenista entre los siglos II-I a.C. y que son parte la Biblia de los Setenta, LXX.
Salvando este escollo, cabe decir que estamos ante un trabajo sensacional y de extraordinario valor académico. El autor demuestra que a pesar de que en un primer nivel la Biblia pueda verse como un libro anti-feminista y anti-moderno, como recuerdan algunos críticos, en realidad, es también un libro de mujeres, pues ellas ejercen en sus páginas, desde la penumbra (y a menudo desde la opresión), un protagonismo turbador, doloroso, pero altamente creativo. Y afirma, por tanto, que correctamente entendido en su contexto y despliegue histórico, el Antiguo Testamento ofrece e inicia un camino de progreso hacia la valoración de la mujer, que aún no ha concluido.
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Al proyectar un libro sobre mujeres del A.T., el primer problema es el orden. La opción más fácil y más clara –como menciona el propio autor– es la alfabética, empezar por Abigail y terminar por Yael y Zilpa. Pero esto, prima la utilidad puntual de la obra como diccionario, en detrimento de su valor integral como elemento transmisor de un mensaje de conjunto. Tampoco el orden cronológico planteado en el propio texto bíblico resulta satisfactorio, si asumimos, como es el caso, que no coincide con el de redacción del mismo.
Por ello, el autor ha optado centrarse más bien en el sentido y función de la mujer (Eva) en las Escrituras judías. No se trata, pues, de un libro de carácter biográfico. No cuenta con detalle la historia de cada una de las mujeres del A.T. buscando extraer de la misma lecciones morales o espirituales primarias. Plantea y analiza, más bien, su imagen y personalidad, la conducta y proceder de cada una a la luz del pensamiento de los escritores sagrados y la teología rabínica, tratando de desentrañar el por qué se las presenta de ese modo, el motivo de los detalles particulares que de cada una cuentan, y el mensaje simbólico y subliminal que se busca comunicar. Para ello, divide la obra en tres partes:
1. Mujeres del recuerdo: en el principio. Donde se ocupa de las mujeres anteriores al exilio. Dedica un amplio capítulo introductorio a “Las diosas borradas”, las deidades femeninas del entorno: Ashera o Astarté. Que el monoteísmo judío reemplazó por las madres o matriarcas del pueblo: Sara, Rebeca, Lea, Raquel. Pero que nunca desaparecieron totalmente del pensamiento del pueblo y provocaron constantes recaídas en la idolatría.
Entra a continuación en el análisis individual de esas Matriarcas de Israel, dividiéndolas en ciclos: El de Abraham e Isaac: Sara, Agar, la mujer e hijas de Lot, Rebeca. El de Jacob y sus hijos, desde Raquel y Lea, pasando por Dina y Tamar, hasta la mujer de Putifar y Asenat, esposa de José. Y un tercero de liberadoras y heroínas: La madre y hermana de Moises, la hija de Faraón, Séfora, María, Rahab, Débora, Ana, Hulda, etc. Videntes y profetisas; mujeres sabias y mujeres engañosas; madres, esposas e hijas de reyes, malas y buenas.
2. Mujeres en crisis: mutación judía. La mujer en el pre-exilio, exilio y post-exilio. (Siglos VI-V a.C.). Un período en el que va naciendo el judaísmo de vocación universal, no ya centrado en el templo y el sacerdocio, sino en unas normas de vida nacional independientes de un reino y de una tierra. Y explica como hay que entender el sentido y función de la mujer judía en ese contexto de mutación. Por ello, esta sección no se centra en mujeres concretas, aunque mencione varias a modo ejemplo, sino más bien en los usos y costumbres, tradiciones, leyes y normas que las conciernen y afectan: Legislación sobre la mujer y el matrimonio; raptos y trofeos de guerra; prostitución, virginidad y violación, adulterio y divorcio, situación de las viudas, leyes religiosas y tabúes sociales, riesgos de las mujeres extranjeras, violencia de género o incluso el sacrificio de mujeres, como el caso de la hija de Jefté.
Un capítulo completo se ocupa de la reforma deuteronomista y su influjo en el judaísmo, señalando como indujo un rechazo y relegación de la mujer, por considerarla más propensa al culto idolátrico a la diosa: reinado de Atalía, reformas de Ezequías y Josías, el culto a la Reina del Cielo (Jer. 7) y la caída de Jerusalén como castigo. Hace un interesantísimo análisis del mensaje profético presentando a un Dios distinto a los de todos los demás pueblos, que no es ni hombre ni mujer, Padre ni Madre, sino trascendente. Al que no se puede acceder por los habituales ritos de fecundidad que practican los demás pueblos, sino mediante encuentro personal y responsabilidad ética, ya que se mueve a otro nivel de trascendencia y cercanía creadora. En este sentido, expone y analiza la visión profética de la mujer como madre mesiánica (Is. 7:14), elevándola simbólicamente a expresión femenina del pueblo al que Dios ama; y presentando a Israel y a la ciudad de Jerusalén, Hija de Sión, signo femenino, como hija-esposa de Dios.
Concluye esta sección explicando de que modo, y en consecuencia a esto, tras el exilio, en tiempos de Esdras y Nehemías, el judaísmo adquiere un sentido peculiar de pueblo, se cierra en si mismo, y cae en la endogamia, prohibiendo el matrimonio de judíos con mujeres extranjeras, que se identifican y describen como el gran pecado: el judío nace de una mujer judía y se casa con una mujer judía. Por ello, en ese nuevo judaísmo, las mujeres se integran ya en el pueblo, lo mismo que los varones, pues ellas deben escuchar la ley y han de ser capaces de responder, para transmitir esa misma ley de los niños (Neh. 9:1-8).
La tercera parte se ocupa de las mujeres símbolo:
3. Eva: las grandes mujeres del judaísmo, donde analiza la figura histórica o simbólica de una serie de mujeres poderosas que personifican la visión del judaísmo sobre la mujer, y con ello, configuran la historia de occidente. Comienza, como es de suponer, debatiendo de manera exhaustiva, los diferentes simbolismos del relato de la creación y de Eva, la Viviente, madre de todo lo que vive.
A continuación presenta el simbolismo de la mujer en la literatura sapiencial, donde la Mujer-Buena, la Sabiduría de Dios (signo de su Ley y de su Pueblo, su Palabra creadora y su Presencia) recibe formas y nombres de mujer ideal y de «esposa» de Dios; en contraposición a la Mujer-Mala, la Prostituta, que se opone a Dios y aparece como la Serpiente, tentando a los varones.
El libro acaba con una especie de retablo, un octateuco presentando el simbolismo de ocho grandes figuras femeninas ejemplares que marcaron y siguen marcando la conciencia del judaísmo, y con ello la del cristianismo y de la cultura occidental: Tres amantes y esposas: La Sulamita de Cantares, Sara de Tobías, y Susana. Dos extranjeras: Rut y Asenet. Y tres liberadoras: Ester, Judit, y la madre macabea.
Concluye que a pesar de que la situación de la mujer haya cambiado y mejorado, las mujeres de la Biblia trazan un camino que aún no ha sido totalmente recorrido, y en el que debemos seguir avanzando unidos, varones y mujeres. La Biblia es lo que es y dice lo que dice. Pero cuando somos capaces de leerla e interpretarla con sabiduría, descubrimos que es una fuente abierta que sigue manando y que puede, y debe, convertirse en río de vida. Por ello, una relectura de toda la Biblia desde la perspectiva de la mujer, como hace este libro, nos ayudará a entender y resolver mejor el tema de la mujer, no sólo en la Biblia judía, sino en la historia y futuro de la humanidad.
Incluye un elaborado entramado de índices de personas y temas, que convierten el libro en un verdadero y útil Diccionario Bíblico sobre la Mujer. Y una completa bibliografía, aunque a decir verdad, la bibliografía puntual que ofrece el autor en el extenso aparato crítico de notas a pie de página, supera con creces la incluída al final.
Estamos ante una libro académico magistral y de muy profundo calado, probablemente lo más serio y riguroso que se haya escrito sobre la mujer en la Biblia. Pero cuya lectura exige haber pasado por un seminario teológico, o cuanto menos, una preparación universitaria de nivel medio-alto. Recibirá los más efusivos aplausos del sector progresista; y las críticas más duras en los ambientes tradicionales y conservadores. Pero lo que sí es seguro, es que nadie que lo lea quedará indiferente.
Por ello, el autor ha optado centrarse más bien en el sentido y función de la mujer (Eva) en las Escrituras judías. No se trata, pues, de un libro de carácter biográfico. No cuenta con detalle la historia de cada una de las mujeres del A.T. buscando extraer de la misma lecciones morales o espirituales primarias. Plantea y analiza, más bien, su imagen y personalidad, la conducta y proceder de cada una a la luz del pensamiento de los escritores sagrados y la teología rabínica, tratando de desentrañar el por qué se las presenta de ese modo, el motivo de los detalles particulares que de cada una cuentan, y el mensaje simbólico y subliminal que se busca comunicar. Para ello, divide la obra en tres partes:
1. Mujeres del recuerdo: en el principio. Donde se ocupa de las mujeres anteriores al exilio. Dedica un amplio capítulo introductorio a “Las diosas borradas”, las deidades femeninas del entorno: Ashera o Astarté. Que el monoteísmo judío reemplazó por las madres o matriarcas del pueblo: Sara, Rebeca, Lea, Raquel. Pero que nunca desaparecieron totalmente del pensamiento del pueblo y provocaron constantes recaídas en la idolatría.
Entra a continuación en el análisis individual de esas Matriarcas de Israel, dividiéndolas en ciclos: El de Abraham e Isaac: Sara, Agar, la mujer e hijas de Lot, Rebeca. El de Jacob y sus hijos, desde Raquel y Lea, pasando por Dina y Tamar, hasta la mujer de Putifar y Asenat, esposa de José. Y un tercero de liberadoras y heroínas: La madre y hermana de Moises, la hija de Faraón, Séfora, María, Rahab, Débora, Ana, Hulda, etc. Videntes y profetisas; mujeres sabias y mujeres engañosas; madres, esposas e hijas de reyes, malas y buenas.
2. Mujeres en crisis: mutación judía. La mujer en el pre-exilio, exilio y post-exilio. (Siglos VI-V a.C.). Un período en el que va naciendo el judaísmo de vocación universal, no ya centrado en el templo y el sacerdocio, sino en unas normas de vida nacional independientes de un reino y de una tierra. Y explica como hay que entender el sentido y función de la mujer judía en ese contexto de mutación. Por ello, esta sección no se centra en mujeres concretas, aunque mencione varias a modo ejemplo, sino más bien en los usos y costumbres, tradiciones, leyes y normas que las conciernen y afectan: Legislación sobre la mujer y el matrimonio; raptos y trofeos de guerra; prostitución, virginidad y violación, adulterio y divorcio, situación de las viudas, leyes religiosas y tabúes sociales, riesgos de las mujeres extranjeras, violencia de género o incluso el sacrificio de mujeres, como el caso de la hija de Jefté.
Un capítulo completo se ocupa de la reforma deuteronomista y su influjo en el judaísmo, señalando como indujo un rechazo y relegación de la mujer, por considerarla más propensa al culto idolátrico a la diosa: reinado de Atalía, reformas de Ezequías y Josías, el culto a la Reina del Cielo (Jer. 7) y la caída de Jerusalén como castigo. Hace un interesantísimo análisis del mensaje profético presentando a un Dios distinto a los de todos los demás pueblos, que no es ni hombre ni mujer, Padre ni Madre, sino trascendente. Al que no se puede acceder por los habituales ritos de fecundidad que practican los demás pueblos, sino mediante encuentro personal y responsabilidad ética, ya que se mueve a otro nivel de trascendencia y cercanía creadora. En este sentido, expone y analiza la visión profética de la mujer como madre mesiánica (Is. 7:14), elevándola simbólicamente a expresión femenina del pueblo al que Dios ama; y presentando a Israel y a la ciudad de Jerusalén, Hija de Sión, signo femenino, como hija-esposa de Dios.
Concluye esta sección explicando de que modo, y en consecuencia a esto, tras el exilio, en tiempos de Esdras y Nehemías, el judaísmo adquiere un sentido peculiar de pueblo, se cierra en si mismo, y cae en la endogamia, prohibiendo el matrimonio de judíos con mujeres extranjeras, que se identifican y describen como el gran pecado: el judío nace de una mujer judía y se casa con una mujer judía. Por ello, en ese nuevo judaísmo, las mujeres se integran ya en el pueblo, lo mismo que los varones, pues ellas deben escuchar la ley y han de ser capaces de responder, para transmitir esa misma ley de los niños (Neh. 9:1-8).
La tercera parte se ocupa de las mujeres símbolo:
3. Eva: las grandes mujeres del judaísmo, donde analiza la figura histórica o simbólica de una serie de mujeres poderosas que personifican la visión del judaísmo sobre la mujer, y con ello, configuran la historia de occidente. Comienza, como es de suponer, debatiendo de manera exhaustiva, los diferentes simbolismos del relato de la creación y de Eva, la Viviente, madre de todo lo que vive.
A continuación presenta el simbolismo de la mujer en la literatura sapiencial, donde la Mujer-Buena, la Sabiduría de Dios (signo de su Ley y de su Pueblo, su Palabra creadora y su Presencia) recibe formas y nombres de mujer ideal y de «esposa» de Dios; en contraposición a la Mujer-Mala, la Prostituta, que se opone a Dios y aparece como la Serpiente, tentando a los varones.
El libro acaba con una especie de retablo, un octateuco presentando el simbolismo de ocho grandes figuras femeninas ejemplares que marcaron y siguen marcando la conciencia del judaísmo, y con ello la del cristianismo y de la cultura occidental: Tres amantes y esposas: La Sulamita de Cantares, Sara de Tobías, y Susana. Dos extranjeras: Rut y Asenet. Y tres liberadoras: Ester, Judit, y la madre macabea.
Concluye que a pesar de que la situación de la mujer haya cambiado y mejorado, las mujeres de la Biblia trazan un camino que aún no ha sido totalmente recorrido, y en el que debemos seguir avanzando unidos, varones y mujeres. La Biblia es lo que es y dice lo que dice. Pero cuando somos capaces de leerla e interpretarla con sabiduría, descubrimos que es una fuente abierta que sigue manando y que puede, y debe, convertirse en río de vida. Por ello, una relectura de toda la Biblia desde la perspectiva de la mujer, como hace este libro, nos ayudará a entender y resolver mejor el tema de la mujer, no sólo en la Biblia judía, sino en la historia y futuro de la humanidad.
Incluye un elaborado entramado de índices de personas y temas, que convierten el libro en un verdadero y útil Diccionario Bíblico sobre la Mujer. Y una completa bibliografía, aunque a decir verdad, la bibliografía puntual que ofrece el autor en el extenso aparato crítico de notas a pie de página, supera con creces la incluída al final.
Estamos ante una libro académico magistral y de muy profundo calado, probablemente lo más serio y riguroso que se haya escrito sobre la mujer en la Biblia. Pero cuya lectura exige haber pasado por un seminario teológico, o cuanto menos, una preparación universitaria de nivel medio-alto. Recibirá los más efusivos aplausos del sector progresista; y las críticas más duras en los ambientes tradicionales y conservadores. Pero lo que sí es seguro, es que nadie que lo lea quedará indiferente.
ISBN | 9788494495557 |
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Acabado | Plastificado brillo |
Autor | Pikaza Ibarrondo, Xabier |
Encuadernación | Rústica fresada |
Publicacion | 31/01/2023 |
Idioma | es |
Páginas | 448 |
Medidas | 15 x 23 cm |