Literatura y espiritualidad
Este libro completa una trilogía del autor sobre el pensamiento religioso de destacados novelistas, ensayistas y poetas. Sus compañeros son “El sueño de la razón”, donde analiza el pensamiento religioso de 24 escritores y pensadores españoles y extranjeros; y “Los intectuales y la religión”, cubre de Blasco Ibáñez a Milán Kundera..
En “Literatura y espiritualidad”, se centra en nueve autores concretos: Gabriela Mistral, Enriqueta Ochoa, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Zorrilla y su Don Juan Tenorio, Giovanni Papini, Dante y la Divina Comedia, Alberto Camus y el escritor y político cubano José Martí.
Su objetivo es presentar un cuadro de la literatura universal visto bajo una luz cristiana. Analizar las ideas religiosas y el mensaje espiritual que aportaron algunos de los grandes escritores de ayer y de hoy. Cada autor es estudiado según su propia perspectiva vital, sus creencias o increencias, su acercamiento a Dios o su alejamiento de Él, su aceptación de los principios cristianos o su negación de los mismos. Y presentar, a través de sus obras literarias, la realidad inmutable de las grandes verdades del Cristianismo.
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Inicia su recorrido con Gabriela Mistral, la poetisa de América. la voz más pura y auténtica del espíritu americano. Un amplio perfil biográfico, y un resumen analítico de obra nos abren la puerta de su corazón. Nos explica su paso por las religiones orientales y su regreso al cristianismo para finalmente concluir, en base a su “Prosa Religiosa”, que era una mujer profundamente creyente.
A la mexicana Enriqueta Ochoa la describe, partiendo de sus propias palabras, como una poetisa de extremo a extremo: “Yo soy como las manecillas de un reloj, voy de extremo a extremo. Lo mismo he escrito versos eróticos que a Dios”. Uno de los dos extremos la lleva al cielo. Otro la clava en la tierra. Entre “Las urgencias de Dios”, escrito cuando tenía 19 años, y “El retorno de Electra”, publicado en 1987, discurre toda una vida de luchas de una mujer que tuvo siempre la Biblia como libro de cabecera y nunca dejó de ser creyente.
Sigue con otro mexicano: Octavio Paz, uno de los más grandes escritores del siglo XX y uno de los grandes poetas hispanos de todos los tiempos. La mayor parte de su biógrafos se empeñan en presentarlo como ateo, aludiendo a su etapa vivida en el partido comunista e identificando comunismo con ateísmo. Pero el enfrentamiento de Octavio Paz no fue con Dios, sino con la Iglesia Católica imperante en su tierra, como demuestra con sus obras “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe”, y de manera especial “El ogro filantrópico”, donde califica el catolicismo de religión petrificada. Aunque Octavio Paz dejó el catolicismo siendo muy joven, nunca se desinteresó por los temas bíblicos y religiosos; y prueba de ello es que a la búsqueda de Dios dedica un largo poema en uno de sus libros más leídos: “Libertad bajo palabra”.
Otro mexicano aunque nacido en Panamá: Carlos Fuentes, gigante de la literatura en el idioma de Cervantes y considerado el más grande renovador del arte de novelar. ¿Qué religión practicaba Carlos Fuentes, si es que practicaba alguna? ¿Creía en Dios? El libro clave para analizar sus creencias e increencias es “En esto creo”, dedicado a su hijo muerto prematuramente. En el mismo incluye un capítulo dedicado a Dios que abre con una anécdota dedicada a Nietzsche y las conclusión lapidaria: “Si Dios ha muerto, significa que, alguna vez, Dios vivió”; y que le lleva a la siguiente conclusión: ““No creer en Dios es disminuir nuestra propia posibilidad humana. No creer en Dios sería cerrar nuestro propio horizonte humano”.
El Capítulo V lo dedica a un español, al dramaturgo José Zorrilla y Moral y su obra inmortal “Don Juan Tenorio”. Sin olvidar las distintas versiones anteriores del mismo tema basadas en el mito de “Don Juan”, como “El Burlador de Sevilla” de Tirso, o “El convidado de piedra” de Puskin, se centra en el “Don Juan” de Zorrilla, que analiza ampliamente para preguntarse ¿fue Don Juan finalmente salvo? Y concluir: “Dirigiéndose a los creyentes, Zorrilla les advierte que sólo en la otra vida, en vida más pura, podrán comprender el comportamiento de Dios en la salvación de Don Juan Tenorio”. Todo lo demás son especulaciones nuestras.
El Capitulo VI lo dedica a un escritor anárquico y revolucionario, el italiano Giovanni Papini, que describe en el subtítulo como “del ateísmo a Cristo”. Analiza la vida del prolífico escritor y su evolución ideológica entre “El crepúsculo de los filósofos” escrito en 1906 a los 25 años y “El juicio universal” una gran apología del cristianismo escrita poco antes de su muerte en 1956, diciendo: “yo muero un poco cada día, según el módulo homeopático, pero espero que Dios me conceda la gracia, a pesar de mis errores, de alcanzar la última jornada con el ánimo entero”.
El Capítulo VII versa sobre otro autor italiano, aunque anterior: Dante Alighieri, y “La divina comedia”. Tras una breve pero completa biografía y un somero análisis de su obra literaria en general, se centra en comentar su inmortal poema sacro en el que narra el mundo de ultratumba tal como lo concibió su imaginación. Quien no conozca o no haya leído la obra encontrará, en breves páginas un excelente resumen de la misma. Quién la haya leído, descubrirá importantes detalles que probablemente le pasaran desapercibidos, como su crítica a la jerarquía, que ne acarreó problemas con la Inquisición; o las misteriosas palabras: ““Pope Satán, pope Satán, aleppe”, que la escritora inglesa Gertrude Leigh las interpreta como un ataque directo al papado de su tiempo: “Papas, Satanás, papas Satanás se lleva”.
Los Capítulo VIII y IX vas dedicados a Alberto Camus, un filósofo existencialista y novelista francés al que describe como “un humanista tras las huellas de Dios”. El autor defiende que el existencialismo que proponía Camus carece de un fondo ateo. Es un existencialismo desprovisto de desesperaciones, de congojas, de náuseas y de absurdo. Ignorando a Juan Pablo Sartre y a otros grandes autores contemporáneos, el existencialismo de “El hombre rebelde” tiene dimensión de trascendencia. ¿Fue Camus ateo o simplemente anticlerical respecto a la Iglesia católica? Para el Vaticano el escritor que disiente de sus dogmas y no proclama su catolicidad, es ateo. En Capítulo IX, dedicado a la relación de Camus con el protestantismo, es ciertamente sorprendente.
Como era de esperar, dada la intensa relación que el autor ha mantenido con la isla de Cuba, en libro concluye con dos Capítulos X y XI, dedicado al político, militar, poeta y escritor cubano: José Martí, el héroe de la independencia de Cuba. ¿Qué religión profesaba José Martí? Desde muy joven Martí se manifestó como un anticatólico visceral, tanto en sus escritos como en su actitud, como demuestran algunas de sus obras; aunque algunas, como “La excomunión del padre McGlynn”, demuestra que hacía una distinción muy clara entre el catolicismo déspota y jerárquico y el catolicismo sincero, entregado al servicio de los demás. José Martí se manifestó anticlerical, pero creía en la existencia de Dios, lo cual queda demostrado con abundantes citas de sus obras. Ser anticlerical no significa ser ateo.
Cada uno de los capítulos se completa con una amplia bibliografía.
Para valorar mejor la calidad y contenido de esta obra invitamos al lector a pulsar arriba en LEER PRIMER CAPITULO donde podrá descargar y analizar con mayor detalle el Índice, la Introducción y parte del Capítulo I.
A la mexicana Enriqueta Ochoa la describe, partiendo de sus propias palabras, como una poetisa de extremo a extremo: “Yo soy como las manecillas de un reloj, voy de extremo a extremo. Lo mismo he escrito versos eróticos que a Dios”. Uno de los dos extremos la lleva al cielo. Otro la clava en la tierra. Entre “Las urgencias de Dios”, escrito cuando tenía 19 años, y “El retorno de Electra”, publicado en 1987, discurre toda una vida de luchas de una mujer que tuvo siempre la Biblia como libro de cabecera y nunca dejó de ser creyente.
Sigue con otro mexicano: Octavio Paz, uno de los más grandes escritores del siglo XX y uno de los grandes poetas hispanos de todos los tiempos. La mayor parte de su biógrafos se empeñan en presentarlo como ateo, aludiendo a su etapa vivida en el partido comunista e identificando comunismo con ateísmo. Pero el enfrentamiento de Octavio Paz no fue con Dios, sino con la Iglesia Católica imperante en su tierra, como demuestra con sus obras “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe”, y de manera especial “El ogro filantrópico”, donde califica el catolicismo de religión petrificada. Aunque Octavio Paz dejó el catolicismo siendo muy joven, nunca se desinteresó por los temas bíblicos y religiosos; y prueba de ello es que a la búsqueda de Dios dedica un largo poema en uno de sus libros más leídos: “Libertad bajo palabra”.
Otro mexicano aunque nacido en Panamá: Carlos Fuentes, gigante de la literatura en el idioma de Cervantes y considerado el más grande renovador del arte de novelar. ¿Qué religión practicaba Carlos Fuentes, si es que practicaba alguna? ¿Creía en Dios? El libro clave para analizar sus creencias e increencias es “En esto creo”, dedicado a su hijo muerto prematuramente. En el mismo incluye un capítulo dedicado a Dios que abre con una anécdota dedicada a Nietzsche y las conclusión lapidaria: “Si Dios ha muerto, significa que, alguna vez, Dios vivió”; y que le lleva a la siguiente conclusión: ““No creer en Dios es disminuir nuestra propia posibilidad humana. No creer en Dios sería cerrar nuestro propio horizonte humano”.
El Capítulo V lo dedica a un español, al dramaturgo José Zorrilla y Moral y su obra inmortal “Don Juan Tenorio”. Sin olvidar las distintas versiones anteriores del mismo tema basadas en el mito de “Don Juan”, como “El Burlador de Sevilla” de Tirso, o “El convidado de piedra” de Puskin, se centra en el “Don Juan” de Zorrilla, que analiza ampliamente para preguntarse ¿fue Don Juan finalmente salvo? Y concluir: “Dirigiéndose a los creyentes, Zorrilla les advierte que sólo en la otra vida, en vida más pura, podrán comprender el comportamiento de Dios en la salvación de Don Juan Tenorio”. Todo lo demás son especulaciones nuestras.
El Capitulo VI lo dedica a un escritor anárquico y revolucionario, el italiano Giovanni Papini, que describe en el subtítulo como “del ateísmo a Cristo”. Analiza la vida del prolífico escritor y su evolución ideológica entre “El crepúsculo de los filósofos” escrito en 1906 a los 25 años y “El juicio universal” una gran apología del cristianismo escrita poco antes de su muerte en 1956, diciendo: “yo muero un poco cada día, según el módulo homeopático, pero espero que Dios me conceda la gracia, a pesar de mis errores, de alcanzar la última jornada con el ánimo entero”.
El Capítulo VII versa sobre otro autor italiano, aunque anterior: Dante Alighieri, y “La divina comedia”. Tras una breve pero completa biografía y un somero análisis de su obra literaria en general, se centra en comentar su inmortal poema sacro en el que narra el mundo de ultratumba tal como lo concibió su imaginación. Quien no conozca o no haya leído la obra encontrará, en breves páginas un excelente resumen de la misma. Quién la haya leído, descubrirá importantes detalles que probablemente le pasaran desapercibidos, como su crítica a la jerarquía, que ne acarreó problemas con la Inquisición; o las misteriosas palabras: ““Pope Satán, pope Satán, aleppe”, que la escritora inglesa Gertrude Leigh las interpreta como un ataque directo al papado de su tiempo: “Papas, Satanás, papas Satanás se lleva”.
Los Capítulo VIII y IX vas dedicados a Alberto Camus, un filósofo existencialista y novelista francés al que describe como “un humanista tras las huellas de Dios”. El autor defiende que el existencialismo que proponía Camus carece de un fondo ateo. Es un existencialismo desprovisto de desesperaciones, de congojas, de náuseas y de absurdo. Ignorando a Juan Pablo Sartre y a otros grandes autores contemporáneos, el existencialismo de “El hombre rebelde” tiene dimensión de trascendencia. ¿Fue Camus ateo o simplemente anticlerical respecto a la Iglesia católica? Para el Vaticano el escritor que disiente de sus dogmas y no proclama su catolicidad, es ateo. En Capítulo IX, dedicado a la relación de Camus con el protestantismo, es ciertamente sorprendente.
Como era de esperar, dada la intensa relación que el autor ha mantenido con la isla de Cuba, en libro concluye con dos Capítulos X y XI, dedicado al político, militar, poeta y escritor cubano: José Martí, el héroe de la independencia de Cuba. ¿Qué religión profesaba José Martí? Desde muy joven Martí se manifestó como un anticatólico visceral, tanto en sus escritos como en su actitud, como demuestran algunas de sus obras; aunque algunas, como “La excomunión del padre McGlynn”, demuestra que hacía una distinción muy clara entre el catolicismo déspota y jerárquico y el catolicismo sincero, entregado al servicio de los demás. José Martí se manifestó anticlerical, pero creía en la existencia de Dios, lo cual queda demostrado con abundantes citas de sus obras. Ser anticlerical no significa ser ateo.
Cada uno de los capítulos se completa con una amplia bibliografía.
Para valorar mejor la calidad y contenido de esta obra invitamos al lector a pulsar arriba en LEER PRIMER CAPITULO donde podrá descargar y analizar con mayor detalle el Índice, la Introducción y parte del Capítulo I.
ISBN | 9788416845989 |
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Acabado | plastificado brillo |
Autor | Monroy Martínez, Juan Antonio |
BISAC | BIO018000 |
Encuadernación | Rústica fresada |
Publicacion | Junio 2017 |
Idioma | es |
Páginas | 244 |
Medidas | 13.97 x 21.27 |