Encontrando a Dios en medio de nuestros problemas
Si un libro hay del que pueda decirse que sale al mercado “con el mensaje oportuno en el momento oportuno”, la presente edición española de la obra de Crabb sobre como encontrar a Dios en medio de nuestros problemas, es un claro ejemplo. La sociedad del Siglo XXI ha sumado a los problemas habituales de generaciones anteriores, otros que cuestionan la realidad de Dios, saturando con ello al ser humano de inquietud y desazón existencial. Y para ellos, encontrar al Dios trascendente, es la única respuesta. El mensaje central de Crabb, como tan acertadamente lo describe Charles Stanley, otro renombrado autor, es tan sorprendente como revolucionario: En vez de pretender manipular a Dios buscando una solución mágica a tus problemas, utiliza tus problemas como vía para descubrir la naturaleza del verdadero Dios. Partiendo de esta premisa, el propósito del presente libro es corregir nuestra visión errónea de Dios, de nosotros mismos, de los demás, y por supuesto, de nuestros problemas.
Desmonta por entero la imagen deformada y estereotipada de un Dios milagrero, del que podemos lograr cualquier cosa mediante “trucos” religiosos, al que acudimos en plan trueque, cuando nos vemos envueltos en dificultades, pretendiendo que nos las resuelva. En su lugar, presenta una imagen clara y realista del Dios soberano, el Dios de Jesús, al que se accede diciendo: “Padre si es tu voluntad” (Lc. 22:42). Omnipresente, todopoderoso, clemente, bueno y amoroso, pero trascendente; al que no cabe acercarse buscando arrancarle soluciones inmediatas en provecho propio, sino ajustándose a su voluntad para descubrir en sus más altos pensamientos los planes y propósitos para de cada uno.
Crabb no se corta cuando afirma que dar mayor prioridad a resolver nuestros problemas que a buscar a Dios, es una inmoralidad. Este libro no ha sido pensado ni escrito con la idea de aportar aquello que la mayoría anhela: fórmulas mágicas de oración que les permitan acceder a Dios pidiendo aprobar un examen sin haber estudiado, encontrar trabajo sin enviar curriculums, o pagar la hipoteca sin moverse del sillón de su casa. Lo que persigue, es ayudar a un creyente –caso real– a concluir que Dios sigue siendo bueno y digno de confianza, aun cuando no impidió a su mujer suicidarse, a su hija caer en la bulimia y la promiscuidad, y a su hijo en la droga. Su objetivo es llevarnos a entender que Dios nos ama y cuida de nosotros por caminos, formas y razones, que van más allá de nuestro bienestar inmediato.
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El contenido se estructura en tres partes:
I LA IMPORTANCIA DE ENCONTRAR A DIOS. Mediante ejemplos extraídos de sus propias vivencias personales (como las reacciones y sentimientos que le produjo la muerte de su hermano en accidente aéreo) y otras muchas experiencias procedentes de su práctica profesional como terapeuta, hace que el lector entienda la importancia vital de experimentar la presencia de Dios en los momentos de crisis. Pero ¿cómo? se pregunta: ¿Cómo puede sentir la bondad del Señor un padre que acaba de perder a su hijo? ¿Cómo descansar en lo que conoce de Dios un hombre de negocios arruinado y con familia numerosa? Paso a paso, y apoyando sus argumentos en casos de la vida real, va respondiendo a estas y otras muchas preguntas, hasta llevarnos a entender que la teología, para ser enriquecedora, necesita sobrevivir los embates de la duda; y que sólo una experiencia cristiana capaz de ir más allá de la ortodoxia y el mero conocimiento teórico de las verdades bíblicas, puede conducirnos, a través del sufrimiento, a una comprensión más profunda de Cristo, y con ello, de la esperanza, el amor y el gozo cristiano.
II LOS OBSTACULOS EN EL DESCUBRIMIENTO DE DIOS. Pero adquirir esta experiencia no es fácil. Nuestra inclinación natural al pecado nos conduce a la sospecha de que Dios no es igual de bueno en la práctica, en la vida real, a como nos lo describe la teoría. Aunque aceptamos sin mayores problemas que Dios es todopoderoso, no acabamos de convencernos plenamente de que es intrínsecamente bueno; pues, siendo que tiene capacidad para aliviar el sufrimiento humano, ¿por qué no lo hace? Y el tan habitual silencio divino en momentos particularmente cruciales y difíciles de nuestra vida, refuerza esta duda a nivel personal. Mientras las cosas van como queremos, depositamos en Dios nuestra confianza teórica, que consideramos robusta y sana. Pero, ¿qué pasa cuando esa confianza es objeto de fuertes sacudidas? Para ayudar al lector a comprender esa realidad, presenta diversos casos reales en los que, en apariencia, las numerosas promesas de protección y ayuda divina que leemos en la Biblia, parecen no haberse cumplido o ajustado a los hechos. Y entonces ¿qué? A esta pregunta crucial, analiza las respuestas preconizadas tanto en círculos fundamentalistas: “Dios es celoso y severo, te corrige y castiga”, que abruman el alma con el rigor teológico de una obediencia orgullosa y ciega; como las difundidas por los movimientos de renovación: “Dios es maravilloso, y si le eres fiel, te sana y prospera ilimitadamente”, que crean una forma ilusoria e irreal de vida cristiana que segrega el virus mortal del egocentrismo. Explica, a continuación, los motivos y razones por las que, a su modo de ver, Dios no responde en la manera que nosotros esperamos o desearíamos, y aclara el motivo por el cual no se deja encontrar cuando le buscamos: Nos acercamos a él con planteamientos erróneos. Y propone una tercera vía para sumergiros en el foso del corazón humano, encontrar en él tesoros escondidos, y salir del lodazal con una sonrisa.
III EL CAMINO PARA ENCONTRAR A DIOS. Para poder contemplar a Dios en su verdadera dimensión, nuestra lógica humana, corrupta y caída, ha de ser socavada de raíz. Solo entonces nos sentiremos atraídos a buscar al Señor, no como un talismán, sino como el supremo bien de nuestras vidas. Y lograrlo, exige de nosotros la valentía suficiente para llevar a cabo tres cosas: (1) Reconocer el impacto de nuestras actitudes sobre nuestros semejantes y analizarlo objetivamente; (2) Reconocer las heridas y daños que han causado en nosotros las actitudes de nuestros semejantes y analizarlas objetivamente; (3) Reconocer el sentido y propósito de nuestra actitud hacia Dios y analizarla objetivamente. El camino pasa por ser absolutamente sinceros para con nosotros mismos, sinceros con respecto a nuestros semejantes, y sinceros para con Dios. Tan solo alcanzaremos una visión equilibrada y realista de Dios, cuando seamos capaces de desarrollar una confianza personal e incondicional en su carácter; pongamos punto y final a nuestros esfuerzos inútiles para tratar que la vida se ajuste a nuestros planes; y dejemos de regatear con él exigiendole demostraciones específicas de su bondad.
Un libro necesario y que hará mucho bien. Ha servido para ayudar a miles de creyentes en el mundo anglosajón, y sin lugar a dudas, lo hará también en el de habla hispana. Una herramienta extraordinaria que ponemos a disposición de líderes, pastores y consejeros cristianos; un bálsamo eficaz para todos aquellos que atraviesan una crisis de fe.
I LA IMPORTANCIA DE ENCONTRAR A DIOS. Mediante ejemplos extraídos de sus propias vivencias personales (como las reacciones y sentimientos que le produjo la muerte de su hermano en accidente aéreo) y otras muchas experiencias procedentes de su práctica profesional como terapeuta, hace que el lector entienda la importancia vital de experimentar la presencia de Dios en los momentos de crisis. Pero ¿cómo? se pregunta: ¿Cómo puede sentir la bondad del Señor un padre que acaba de perder a su hijo? ¿Cómo descansar en lo que conoce de Dios un hombre de negocios arruinado y con familia numerosa? Paso a paso, y apoyando sus argumentos en casos de la vida real, va respondiendo a estas y otras muchas preguntas, hasta llevarnos a entender que la teología, para ser enriquecedora, necesita sobrevivir los embates de la duda; y que sólo una experiencia cristiana capaz de ir más allá de la ortodoxia y el mero conocimiento teórico de las verdades bíblicas, puede conducirnos, a través del sufrimiento, a una comprensión más profunda de Cristo, y con ello, de la esperanza, el amor y el gozo cristiano.
II LOS OBSTACULOS EN EL DESCUBRIMIENTO DE DIOS. Pero adquirir esta experiencia no es fácil. Nuestra inclinación natural al pecado nos conduce a la sospecha de que Dios no es igual de bueno en la práctica, en la vida real, a como nos lo describe la teoría. Aunque aceptamos sin mayores problemas que Dios es todopoderoso, no acabamos de convencernos plenamente de que es intrínsecamente bueno; pues, siendo que tiene capacidad para aliviar el sufrimiento humano, ¿por qué no lo hace? Y el tan habitual silencio divino en momentos particularmente cruciales y difíciles de nuestra vida, refuerza esta duda a nivel personal. Mientras las cosas van como queremos, depositamos en Dios nuestra confianza teórica, que consideramos robusta y sana. Pero, ¿qué pasa cuando esa confianza es objeto de fuertes sacudidas? Para ayudar al lector a comprender esa realidad, presenta diversos casos reales en los que, en apariencia, las numerosas promesas de protección y ayuda divina que leemos en la Biblia, parecen no haberse cumplido o ajustado a los hechos. Y entonces ¿qué? A esta pregunta crucial, analiza las respuestas preconizadas tanto en círculos fundamentalistas: “Dios es celoso y severo, te corrige y castiga”, que abruman el alma con el rigor teológico de una obediencia orgullosa y ciega; como las difundidas por los movimientos de renovación: “Dios es maravilloso, y si le eres fiel, te sana y prospera ilimitadamente”, que crean una forma ilusoria e irreal de vida cristiana que segrega el virus mortal del egocentrismo. Explica, a continuación, los motivos y razones por las que, a su modo de ver, Dios no responde en la manera que nosotros esperamos o desearíamos, y aclara el motivo por el cual no se deja encontrar cuando le buscamos: Nos acercamos a él con planteamientos erróneos. Y propone una tercera vía para sumergiros en el foso del corazón humano, encontrar en él tesoros escondidos, y salir del lodazal con una sonrisa.
III EL CAMINO PARA ENCONTRAR A DIOS. Para poder contemplar a Dios en su verdadera dimensión, nuestra lógica humana, corrupta y caída, ha de ser socavada de raíz. Solo entonces nos sentiremos atraídos a buscar al Señor, no como un talismán, sino como el supremo bien de nuestras vidas. Y lograrlo, exige de nosotros la valentía suficiente para llevar a cabo tres cosas: (1) Reconocer el impacto de nuestras actitudes sobre nuestros semejantes y analizarlo objetivamente; (2) Reconocer las heridas y daños que han causado en nosotros las actitudes de nuestros semejantes y analizarlas objetivamente; (3) Reconocer el sentido y propósito de nuestra actitud hacia Dios y analizarla objetivamente. El camino pasa por ser absolutamente sinceros para con nosotros mismos, sinceros con respecto a nuestros semejantes, y sinceros para con Dios. Tan solo alcanzaremos una visión equilibrada y realista de Dios, cuando seamos capaces de desarrollar una confianza personal e incondicional en su carácter; pongamos punto y final a nuestros esfuerzos inútiles para tratar que la vida se ajuste a nuestros planes; y dejemos de regatear con él exigiendole demostraciones específicas de su bondad.
Un libro necesario y que hará mucho bien. Ha servido para ayudar a miles de creyentes en el mundo anglosajón, y sin lugar a dudas, lo hará también en el de habla hispana. Una herramienta extraordinaria que ponemos a disposición de líderes, pastores y consejeros cristianos; un bálsamo eficaz para todos aquellos que atraviesan una crisis de fe.
ISBN | 9788482677323 |
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Autor | Crabb, Lawrence James |
Encuadernación | Rústica fresada |
Publicacion | 2012 |
Idioma | es |
Páginas | 256 |
Medidas | 14 x 21 cm |