Enciclopedia explicativa de dificultades bíblicas
ISBN: 978-84-7228-636-3
En las Sagradas Escrituras hay muchos pasajes y cosas difíciles de entender.
Y es frecuente que los creyentes sencillos, ya sea porque tropiezan con ellos en su lectura personal de la Biblia o porque les son presentados como sorna por los incrédulos, se hacen preguntas sobre los mismos que pueden incluso convertirse un escollo para su fe.
Y muchos acuden a sus pastores haciéndoles preguntas sobre textos y cosas que a menudo el propio pastor tampoco sabe demasiado como responder, en especial si le toma de sorpresa.
Esta obra, fruto de un renombrado apologista cristiano, pastor en España por más de 75 años y fundador de CLIE, es un manual práctico que ayuda a aclarar esas cuestiones de manera fácil y comprensible.
En las Sagradas Escrituras hay muchos pasajes y cosas difíciles de entender.
Y es frecuente que los creyentes sencillos, ya sea porque tropiezan con ellos en su lectura personal de la Biblia o porque les son presentados como sorna por los incrédulos, se hacen preguntas sobre los mismos que pueden incluso convertirse un escollo para su fe.
Y muchos acuden a sus pastores haciéndoles preguntas sobre textos y cosas que a menudo el propio pastor tampoco sabe demasiado como responder, en especial si le toma de sorpresa.
Esta obra, fruto de un renombrado apologista cristiano, pastor en España por más de 75 años y fundador de CLIE, es un manual práctico que ayuda a aclarar esas cuestiones de manera fácil y comprensible.
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La obra es un conjunto de "preguntas" y "respuestas" a todas las cuestiones difíciles o aparentemente contradictorias de la Biblia, recopiladas por el autor, Samuel Vila, de manera práctica a lo largo de la experiencia de su vida.
Y la mejor manera de explicar como está estructurada funciona esta obra es con un ejemplo típico:
Pregunta: En Génesis 1:31 leemos: “Y vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que era bueno en gran manera”. En cambio, en Génesis 6:6 encontramos: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón”. ¿Cómo puede reconciliarse este texto con la declaración de Malaquías 3:6: “Porque yo Jehová no cambio” y la de Santiago 1:17 que dice: “En el cual no hay mudanza ni sombra de variación”?
Respuesta: El primer pasaje declara la satisfacción de Dios en su obra antes de que el mundo quedara contaminado y afeado por el pecado. Cierto, la creación en su prístina pureza es bella y placentera, sobre todo si, como se deduce de Génesis 2:19-20 y Romanos 8:19-20, las mismas razas animales no se atacaban unas a otras, sino que se alimentaban de cuerpos muertos, tal como será en el tiempo del Milenio. (Isaías 11:6 y 65:25.)
Los que hacen la objeción no se fijan en que Génesis 1:31 es la primera declaración que hace Dios inmediatamente después de haber creado al hombre en su estado de inocencia, y que entre la primera y la segunda habían transcurrido dos mil años, o más, y las circunstancias del mundo eran enteramente diferentes, a causa del pecado.
El mismo argumento es válido en muchos otros pasajes de la Biblia en los que el Dios inmutable parece cambiar, y en efecto, cambia de actitud, no de propósito y de mente, a causa de la actitud de los hombres. No es Dios quien cambia, él es siempre el mismo, justo y recto, pero si el hombre cambia de actitud y de mente, encuentra a Dios diferente; no por ningún cambio de parte de Dios, sino porque el cambio ha ocurrido en el hombre mismo.
El segundo pasaje el de Santiago, según figura en la versión de Reina-Valera 1960, es simplemente un problema de traducción y es aclarado en versiones y revisiones posteriores, como la NVI que traduce: “donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras”. O la Reina-Valera Revisión 1977 que traduce: “el Padre de las lumbreras, en el cual no hay fases ni períodos de sombra”. Este es en realidad el sentido del texto griego, y con ello queda mucho más clara la figura que Santiago emplea.
La obra completa con sus correspondientes índices que facilitan la consulta y permiten encontrar en poco tiempo la respuesta a la cuestión que se busca.
Y la mejor manera de explicar como está estructurada funciona esta obra es con un ejemplo típico:
Pregunta: En Génesis 1:31 leemos: “Y vio Dios todo lo que había hecho y he aquí que era bueno en gran manera”. En cambio, en Génesis 6:6 encontramos: “Y se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón”. ¿Cómo puede reconciliarse este texto con la declaración de Malaquías 3:6: “Porque yo Jehová no cambio” y la de Santiago 1:17 que dice: “En el cual no hay mudanza ni sombra de variación”?
Respuesta: El primer pasaje declara la satisfacción de Dios en su obra antes de que el mundo quedara contaminado y afeado por el pecado. Cierto, la creación en su prístina pureza es bella y placentera, sobre todo si, como se deduce de Génesis 2:19-20 y Romanos 8:19-20, las mismas razas animales no se atacaban unas a otras, sino que se alimentaban de cuerpos muertos, tal como será en el tiempo del Milenio. (Isaías 11:6 y 65:25.)
Los que hacen la objeción no se fijan en que Génesis 1:31 es la primera declaración que hace Dios inmediatamente después de haber creado al hombre en su estado de inocencia, y que entre la primera y la segunda habían transcurrido dos mil años, o más, y las circunstancias del mundo eran enteramente diferentes, a causa del pecado.
El mismo argumento es válido en muchos otros pasajes de la Biblia en los que el Dios inmutable parece cambiar, y en efecto, cambia de actitud, no de propósito y de mente, a causa de la actitud de los hombres. No es Dios quien cambia, él es siempre el mismo, justo y recto, pero si el hombre cambia de actitud y de mente, encuentra a Dios diferente; no por ningún cambio de parte de Dios, sino porque el cambio ha ocurrido en el hombre mismo.
El segundo pasaje el de Santiago, según figura en la versión de Reina-Valera 1960, es simplemente un problema de traducción y es aclarado en versiones y revisiones posteriores, como la NVI que traduce: “donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras”. O la Reina-Valera Revisión 1977 que traduce: “el Padre de las lumbreras, en el cual no hay fases ni períodos de sombra”. Este es en realidad el sentido del texto griego, y con ello queda mucho más clara la figura que Santiago emplea.
La obra completa con sus correspondientes índices que facilitan la consulta y permiten encontrar en poco tiempo la respuesta a la cuestión que se busca.
ISBN | 9788472286363 |
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Autor | Vila Ventura, Samuel |
Idioma | es |