El pensamiento de Dietrich Bonhoeffer Resistencia y gracia cara

Aunque considerado como uno de los más grandes teólogos del siglo XX y modelo entre los mártires cristianos de su época, puede que el nombre de DIETRICH BONHOEFFER (1906-1945), no diga mucho, o en el mejor de los casos, suene como algo remoto y lejano, a la mayor parte de jovenes del siglo XXI. Pero cuando leemos algunas de sus frases, como: «Jesús nos llamó, no a una nueva religión, sino a una nueva vida», «Cuando Cristo llama a un hombre, le ofrece a venir y morir»,  «No debemos sorprendernos si volvemos a tiempos en que se exija de nuestra Iglesia la sangre del martirio» se nos acerca sorprendentemente a la realidad del mundo en que estamos viviendo. Con el resurgir de los movimientos xenófobos, los nacionalismos, integrismos y radicalismos de todos tipos, la ética de Bonhoeffer, su crítica de la «religión» y del «Estado», recobran una trascendente actualidad. De hecho, no faltó quién afirmara que el teólogo alemán estaba adelantado en su tiempo, y que su pensamiento, –que el propio Bonhoeffer definió como para «un mundo mayor de edad»,–  no se entendería hasta dentro de cien años.

Bonhoeffer fue un joven teólogo luterano fuertemente impresionado por Karl Barth, –que calificó su tesis Sanctorum communio, como un milagro de la teología– y que después de pasar un tiempo colaborando con la iglesia luterana en Barcelona (España), regresó a su Alemania natal, declarándose opositor al régimen de Hitler. Se enfrentó a la claudicación de las iglesias alemanas ante el dictador, y participó junto con Barth y Niemöller, en establecer la “Bekennende Kirche” o “Iglesia Confesante” luterana pero opuesta a Hitler, asumiendo la dirección de un seminario teológico ilegal. Poco después de iniciar su noviazgo con Maria von Wedemeyer fue detenido por la Gestapo en abril de 1943, y ejecutado en un campo de concentración el 8 de abril de 1945, ahorcado con cuerda de piano, para prolongar su agonía.

Bonhoeffer es uno de los pocos teólogos valorados y reivindicados tanto por cristianos liberales como por conservadores. Escribió y publicó pocas obras, entre las más conocidas “El precio de la gracia”, “Creer y Vivir”, “La Ciudad Secular”, algunas de ellas publicadas después de su muerte, como “Ética” y “Resistencia y sumisión”, pero de las que han surgido más de 4.000 títulos que atesoran su vida y pensamiento, lo que demuestra la importancia de su ideología.

En este libro, Manfred Svensson, expone con detalle en los primeros capítulos introductorios, de carácter biográfico, la vida y obra de Bonhoeffer, y se adentra después de lleno en el análisis de la mente del teólogo, preguntándose qué entiende por teología, en qué consiste su crítica de la «religión», en qué busca distinguirse del pensamiento característico de su generación, cuáles son las notas fundamentales de su ética. Después se  adentra, en el capítulo tres, en cuestiones concretas, tocando su visión del matrimonio, del poder o de las relaciones entre cristianismo y política, ética y resistencia. Finalmente, cierra el libro con un tratamiento de la espiritualidad de Bonhoeffer: cómo se relaciona ella con su pensamiento moral, qué piensa sobre las relaciones entre las distintas iglesias, qué lugar asigna a la oración o a la lectura bíblica. La tesis central del autor, es que lo que tiene de positivo e interesante el Bonhoeffer «académico, ecuménico y político» existe gracias al Bonhoeffer «exigentemente eclesial, radicalmente bíblico, consecuentemente piadoso»; que su resistencia contra el nacionalsocialismo sólo puede ser explicada a partir de la enorme obra espiritual que está detrás, a la que dedicó su vida entera y que, por tanto, tampoco pueden entenderse sus obras tardías si no se leen junto con las más tempranas.