Cómo entender y explicar los números de la Bíblia Hermenéutica

Muchos autores, desde los tiempos más antiguos, han llamado a prestar atención a la importancia de la gran cuestión de los números en la Escritura. Pero en su mayor parte ha sido considerada de un modo fragmentario. Uno ha tratado de algún número en particular, como el "siete"; otro se ha contentado con hacer un examen de los números primarios, e incluso al definir su significado, ha dado sólo uno o dos ejemplos a guisa de ilustración; otro se ha limitado a "números simbólicos", como el 10, el 40, el 666, etc.; otro se ha dedicado a estos números simbólicos en su relación con la cronología o la profecía; otro ha recogido ejemplos, pero no se ha extendido mucho acerca del significado de los mismos.

Por ello, parecía haber lugar, y desde luego un apremio, para una obra que fuera más completa, que abarcara una mayor área, y que al mismo tiempo se viera libre de las muchas fantasías que todos, más o menos, nos premitimos cuando la mente se queda ocupada excesivamente en una sola cuestión. Todo el que valore la importancia de un principio determinado se verá tentado a verlo allí donde no existe, y si no está allá, lo impondrá a pesar de todo, a pesar en ocasiones del texto original. Éste es el caso especialmente cuando se trata de cuestiones de cronología, siendo que la mayor incertidumbre de las fechas se presta más fácilmente a la imaginación del autor.

La más magna de las obras acerca de esta cuestión, tanto con respecto a la cronología como con respecto a la numerología, no se ve libre de estos defectos. Pero su valor es, no obstante, muy grande. Su autor es el difunto doctor Milo Mahan, de Nueva York. Su obra Palmoni (no la obra anónima Palmoni, de un autor inglés, publicada en Londres), que ha sido reeditada en sus obras completas, ha estado mucho tiempo fuera de circulación. Sirvió para acrecentar mi interés en este campo, y me llevó a adicionales estudios, además de procurarme una cantidad de valiosas ilustraciones.

Sería mucho esperar que esta obra estuviera libre de estos defectos, que son inseparables de la debilidad humana. Desde un punto de vista, es un tema que debe resultar frustrante, al menos para el autor, por cuanto de continuo se están descrubriendo nuevas ilustraciones; pero desde otro punto de vista sería blasfemia suponer que una obra así pudiera ser exhaustiva; ¡con ello se supondría que las maravillas de esta mina podrían quedar agotadas y que sus tesoros podrían ser plenamente explorados!

Por ello, debo contentarme con la exposición de principios generales y con dar unos pocos ejemplos de la Palabra de Dios que los ilustran, dejando a otros la extensión de estos principios y la búsqueda de ilustraciones inherentes por sí mismos.

Que sea el resultado de esta contribución a una magna cuestión estimular las labores de los estudiosos de la Biblia, el fortalecimiento de los creyentes en su santísima fe, y el convencimiento de los escépticos acerca de la perfección e inspiración divinas del Libro de los Libros, para la alabanza y gloria de Dios.

E. W. Bullinger