Valdo, Pedro
Rico comerciante de Lyon (Francia) que en 1173 se convirtió al considerar las palabras de Cristo en Mt. 19:20, las tomó al pie de la letra y se rodeó de hombres y mujeres que estuvieran dispuestos a obedecer y predicar el evangelio a los inconversos. Su conversión y su decisión posterior se parecen mucho a las de Francisco de Asís, con una diferencia radical: Francisco se sometió a la jerarquía eclesiástica y fue canonizado como uno de los más grandes santos del cristianismo, mientras que Pedro rompió con la Iglesia de Roma y él y sus seguidores fueron proscritos por Lucio III en 1184 y perseguidos a muerte en 1211, cuando cerca de 80 de ellos fueron quemados vivos en Estrasburgo.
En un principio, no opusieron ninguna objeción a los dogmas católicos, sino que expresaron el deseo de que toda la gente conociera el Evangelio y viviera según las exigencias más radicales de la palabra de Dios (pobreza absoluta, no violencia, etc.). Tanto es así que Alejandro III (1159-1181) los acogió calurosamente, les concedió el voto de pobreza y les permitió predicar en público con tal que contaran con la licencia del obispo del lugar. Como los valdenses desobedecieron este requisito, Lucio III (1181-1185) les prohibió predicar. Esto sirvió para que se ahondara más la sima que les separaba de la Iglesia de Roma. Sin embargo, y a pesar de la persecución de 1211, todavía en 1212 enviaron una delegación a Roma para obtener la aprobación de Inocencio III (1198-1216). Como éste se negó, la ruptura se hizo definitiva.
Puede decirse que los valdenses fueron los precursores de la Reforma protestante y en 1532 se sumaron al calvinismo de Ginebra, alejándose así más aún del pensamiento católico.
En un principio, no opusieron ninguna objeción a los dogmas católicos, sino que expresaron el deseo de que toda la gente conociera el Evangelio y viviera según las exigencias más radicales de la palabra de Dios (pobreza absoluta, no violencia, etc.). Tanto es así que Alejandro III (1159-1181) los acogió calurosamente, les concedió el voto de pobreza y les permitió predicar en público con tal que contaran con la licencia del obispo del lugar. Como los valdenses desobedecieron este requisito, Lucio III (1181-1185) les prohibió predicar. Esto sirvió para que se ahondara más la sima que les separaba de la Iglesia de Roma. Sin embargo, y a pesar de la persecución de 1211, todavía en 1212 enviaron una delegación a Roma para obtener la aprobación de Inocencio III (1198-1216). Como éste se negó, la ruptura se hizo definitiva.
Puede decirse que los valdenses fueron los precursores de la Reforma protestante y en 1532 se sumaron al calvinismo de Ginebra, alejándose así más aún del pensamiento católico.