Unger, Merril F.
Nació en Baltimore (Maryland, EE.UU.). Estudió en la Universidad Johns Hopkins (A.B., 1930; Ph.D., 1947), donde se doctoró en lenguas semíticas y arqueología bíblica; y en Seminario Teológico Dallas (Th.M., 1943; Th.D., 1945).
Fue profesor de griego en el Gordon College of Theology and Missions y de estudios del Antiguo Testamento en Gordon Divinity School. De 1948 a 1967 fue profesor de lenguas semíticas en el Seminario Teológico de Dallas. Desde su jubilación fue profesor emérito del mismo.
También fue pastor de diversas iglesias en Buffalo (Nueva York, 1943-40); Dallas (Texas, 1943-44), y Baltimore (Maryland, 1944-47).
Escribió extensamente para varias revistas de teología y fue editor asociado de Bibliotheca Sacra. Su teología es la dispensacional premilenial. También prestó mucha atención al mundo del ocultismo, que estudió con el detalle y la erudición que le caracterizaba. Pero es al mundo bíblico al que dedicó toda su vida profesional y creyente: “Desde la niñez he sido un enamorado de las Escrituras, y he comprendido que la Palabra de Dios constituye un inmenso tesoro y una fuente de indescriptible bendición para todo el que la estudia, y acepta en su corazón y en su vida las grandes verdades que contiene, cuya virtud es la de transformar el alma. Por ello he sentido un vivo deseo de estimular a otros a leer la Palabra de Dios y a compartir los vastos beneficios que resultan del estudio bíblico” (Manual...).
Fue profesor de griego en el Gordon College of Theology and Missions y de estudios del Antiguo Testamento en Gordon Divinity School. De 1948 a 1967 fue profesor de lenguas semíticas en el Seminario Teológico de Dallas. Desde su jubilación fue profesor emérito del mismo.
También fue pastor de diversas iglesias en Buffalo (Nueva York, 1943-40); Dallas (Texas, 1943-44), y Baltimore (Maryland, 1944-47).
Escribió extensamente para varias revistas de teología y fue editor asociado de Bibliotheca Sacra. Su teología es la dispensacional premilenial. También prestó mucha atención al mundo del ocultismo, que estudió con el detalle y la erudición que le caracterizaba. Pero es al mundo bíblico al que dedicó toda su vida profesional y creyente: “Desde la niñez he sido un enamorado de las Escrituras, y he comprendido que la Palabra de Dios constituye un inmenso tesoro y una fuente de indescriptible bendición para todo el que la estudia, y acepta en su corazón y en su vida las grandes verdades que contiene, cuya virtud es la de transformar el alma. Por ello he sentido un vivo deseo de estimular a otros a leer la Palabra de Dios y a compartir los vastos beneficios que resultan del estudio bíblico” (Manual...).