Troeltsch, Ernst
Teólogo alemán, fue un erudito en las áreas de la filosofía, la teología, la historia y la sociología. Nació en Augsburgo y estudió teología en Erlangen, Berlín y Gotinga. Después de un breve pastorado, fue profesor de teología en Bonn (1892-1894) y en Heidelberg (1894-1914), y de filosofía en Berlín desde 1915. De talante liberal, fue muy activo en política, llegando a ser ministro de cultura en Prusia. Su pensamiento estuvo influido por Kant, Hegel, Schleiermacher, Ritschl (a quien tuvo de profesor en Gotinga) y, sobre todo, Dilthey.
Troeltsch sostenía que todas las religiones del mundo eran diferentes, pero relativas a una determinada situación histórica y que, por consiguiente, era legítimo en conciencia que cada individuo suscribiera la fe en la que se hallaba históricamente situado. Si Troeltsch ponía la religión cristiana por encima de las demás, no era por ser la única religión revelada por Dios, sino porque, por una parte, encajaba mejor en la perspectiva hegeliana de la historia y, por otra, porque los valores éticos del cristianismo están modelados por las decisiones vivas de los creyentes dentro de la situación histórica de la cultura occidental.
Su libro más famoso es La enseñanza social de las iglesias cristianas (1912). En él examina, bajo el influjo del sociólogo alemán Max Weber, las áreas de la familia, la economía, la política y la cultura, concluyendo que, en todas ellas, el cristianismo se ha mostrado exhibiendo dos tendencias contradictorias, pero, al mismo tiempo, complementarias: compromiso y rechazo. Este ritmo paradójico se expresa en las tres formas de la iglesia, la secta y el misticismo: (1) En la iglesia, por su compromiso con la sociedad y la cultura; (2) en la secta, por rechazar todo compromiso con el mundo; y (3) en el misticismo, por expresarse en su espontaneidad religiosa individual. Pero cada una de estas formas está condicionada por sus distintas situaciones sociales y culturales.
Las ideas de Troeltsch han hallado favor en muchos teólogos del siglo XX, pero su relativismo histórico no puede satisfacer a ningún creyente verdadero, porque sacrifica gran parte de lo que es esencial en la religión cristiana.
Troeltsch sostenía que todas las religiones del mundo eran diferentes, pero relativas a una determinada situación histórica y que, por consiguiente, era legítimo en conciencia que cada individuo suscribiera la fe en la que se hallaba históricamente situado. Si Troeltsch ponía la religión cristiana por encima de las demás, no era por ser la única religión revelada por Dios, sino porque, por una parte, encajaba mejor en la perspectiva hegeliana de la historia y, por otra, porque los valores éticos del cristianismo están modelados por las decisiones vivas de los creyentes dentro de la situación histórica de la cultura occidental.
Su libro más famoso es La enseñanza social de las iglesias cristianas (1912). En él examina, bajo el influjo del sociólogo alemán Max Weber, las áreas de la familia, la economía, la política y la cultura, concluyendo que, en todas ellas, el cristianismo se ha mostrado exhibiendo dos tendencias contradictorias, pero, al mismo tiempo, complementarias: compromiso y rechazo. Este ritmo paradójico se expresa en las tres formas de la iglesia, la secta y el misticismo: (1) En la iglesia, por su compromiso con la sociedad y la cultura; (2) en la secta, por rechazar todo compromiso con el mundo; y (3) en el misticismo, por expresarse en su espontaneidad religiosa individual. Pero cada una de estas formas está condicionada por sus distintas situaciones sociales y culturales.
Las ideas de Troeltsch han hallado favor en muchos teólogos del siglo XX, pero su relativismo histórico no puede satisfacer a ningún creyente verdadero, porque sacrifica gran parte de lo que es esencial en la religión cristiana.