Thompson, James (Diego)
Nació en Creetown (Escocia). Durante unos años fue copastor de una Iglesia Bautista en Edimburgo. Apóstol de la instrucción primaria, llegó a Buenos Aires (Argentina) en 1818 en un viaje desde Liverpool que duró tres meses, como representante de la Sociedad Bíblica Británica y del sistema educacional de Lancaster (1788-1838). Fue bien acogido por el Gobierno y al principio incluso por la misma Iglesia Católica Romana. AL mismo tiempo que fundaba escuelas del tipo lancasteriano, se ocupaba en hacer circular las Sagradas Escrituras. En julio de 1821 se trasladó a Chile donde fue bien recibido por el general Bernardo O’Higgings y los ministros del Estado.
En julio de 1822 desembarcaba en Callao para establecer escuelas en el Perú. Cuando fue a ver al general José de San Martín, éste le abrazó y al día siguiente el propio libertador de América le visitaba particularmente en su humilde estancia.
También fue amigo de Bolívar, Monteagudo y Bernardino Rivadavia. La independencia de América debe mucho a sus buenos servicios.
El día 6 de julio de 1822 un decreto de la Gaceta ordenaba a los frailes de Santo Tomás ceder a Thompson un gran convento para utilizarlo como escuela. Al mismo tiempo vendía la Biblia. En dos días vendió 500 ejemplares en Lima y dicen que fácilmente habría podido vender 5.000. También visitó muchas ciudades de Ecuador y Colombia. La Sociedad Bíblica de Londres le encargó visitar México, lo que hizo en 1827. No querían dejarle vender sus Biblias por no contener los libros apócrifos, pero un día —explica— tuvo el gozo de ver 24 mulas cargadas de Biblias dirigirse a Veracruz. Los obispos empezaron a lanzar edictos contra la venta de Biblias protestantes que no fueron aplicados hasta que una revolución puso en el poder al partido clerical en 1830, en vista de lo cual Thompson dejó México.
En 1833 lo hallamos en Puerto Rico; en 1837, en Cuba, y así sucesivamente va recorriendo todas las Antillas. En 1842 intentó de nuevo trabajar en México, pero hallando dificultades insuperables, se dirigió a España a cuya evangelización desde Gibraltar dedicó el resto de su vida, falleciendo en Londres.
SAMUEL VILA
En julio de 1822 desembarcaba en Callao para establecer escuelas en el Perú. Cuando fue a ver al general José de San Martín, éste le abrazó y al día siguiente el propio libertador de América le visitaba particularmente en su humilde estancia.
También fue amigo de Bolívar, Monteagudo y Bernardino Rivadavia. La independencia de América debe mucho a sus buenos servicios.
El día 6 de julio de 1822 un decreto de la Gaceta ordenaba a los frailes de Santo Tomás ceder a Thompson un gran convento para utilizarlo como escuela. Al mismo tiempo vendía la Biblia. En dos días vendió 500 ejemplares en Lima y dicen que fácilmente habría podido vender 5.000. También visitó muchas ciudades de Ecuador y Colombia. La Sociedad Bíblica de Londres le encargó visitar México, lo que hizo en 1827. No querían dejarle vender sus Biblias por no contener los libros apócrifos, pero un día —explica— tuvo el gozo de ver 24 mulas cargadas de Biblias dirigirse a Veracruz. Los obispos empezaron a lanzar edictos contra la venta de Biblias protestantes que no fueron aplicados hasta que una revolución puso en el poder al partido clerical en 1830, en vista de lo cual Thompson dejó México.
En 1833 lo hallamos en Puerto Rico; en 1837, en Cuba, y así sucesivamente va recorriendo todas las Antillas. En 1842 intentó de nuevo trabajar en México, pero hallando dificultades insuperables, se dirigió a España a cuya evangelización desde Gibraltar dedicó el resto de su vida, falleciendo en Londres.
SAMUEL VILA