Teodoro De Beza
Sucesor de Calvino en Ginebra, nació en Vézelay de Borgoña (Francia) de una familia adinerada y desde su niñez mostró una gran capacidad para los estudios humanísticos. Sus padres lo enviaron a estudiar en Orleáns como alumno de Melchor Wolmar, un maestro que profesaba la fe luterana en privado. Allí alcanzó fama Beza como poeta latino, al publicarse una colección de poemas suyos bajo el título latino de Juvenalia (Poemas de la juventud). Después de caer en una grave enfermedad, sus reflexiones le llevaron a abrazar la fe reformada de la que Beza llegó a ser un gran campeón.
Por sus enseñanzas como profesor de teología (1559-1599) y por su numerosa correspondencia, su influencia sobre toda clase de personas (pastores protestantes, estudiantes, personajes políticos y comerciantes) y gente que le conocía personalmente, produjo gran impacto en Francia, Gran Bretaña, Holanda, Polonia y Alemania (en España reinaba Felipe II, con las fronteras cerradas a cal y canto contra los protestantes). Dedicó a Isabel I de Inglaterra su obra Novum Testamentum (El Nuevo Testamento, 1565).
La peculiaridad de Beza como escritor calvinista está en la acogida que dispensó a la metafísica y a la dialéctica de Aristóteles, en su insistencia a la coherencia sistemática y (en esto, como el propio Calvino) en su dependencia de la patrística, con lo que la teología reformada adquiría una solidez compacta con el apoyo de la lógica escolástica, aunque la filosofía aristotélica que Beza había absorbido en París tenía una base más amplia que la literatura excesivamente técnica y abstrusa de la escolástica medieval. A pesar de esta amplitud de miras en cuanto a la filosofía, Beza fue más calvinista que el propio Calvino, pues, en realidad, era un supralapsario. Como notas de la verdadera Iglesia, Beza ponía tres: la predicación y enseñanza de la palabra de Dios, la práctica de los dos sacramentos (bautismo y cena del Señor) y la observancia de la disciplina eclesiástica. Adoptó para la Iglesia reformada el gobierno presbiteral de Calvino, que comprende pastores, maestros, ancianos y diáconos, pero trató de mantener esta estructura de forma más rígida que Calvino.
Por sus enseñanzas como profesor de teología (1559-1599) y por su numerosa correspondencia, su influencia sobre toda clase de personas (pastores protestantes, estudiantes, personajes políticos y comerciantes) y gente que le conocía personalmente, produjo gran impacto en Francia, Gran Bretaña, Holanda, Polonia y Alemania (en España reinaba Felipe II, con las fronteras cerradas a cal y canto contra los protestantes). Dedicó a Isabel I de Inglaterra su obra Novum Testamentum (El Nuevo Testamento, 1565).
La peculiaridad de Beza como escritor calvinista está en la acogida que dispensó a la metafísica y a la dialéctica de Aristóteles, en su insistencia a la coherencia sistemática y (en esto, como el propio Calvino) en su dependencia de la patrística, con lo que la teología reformada adquiría una solidez compacta con el apoyo de la lógica escolástica, aunque la filosofía aristotélica que Beza había absorbido en París tenía una base más amplia que la literatura excesivamente técnica y abstrusa de la escolástica medieval. A pesar de esta amplitud de miras en cuanto a la filosofía, Beza fue más calvinista que el propio Calvino, pues, en realidad, era un supralapsario. Como notas de la verdadera Iglesia, Beza ponía tres: la predicación y enseñanza de la palabra de Dios, la práctica de los dos sacramentos (bautismo y cena del Señor) y la observancia de la disciplina eclesiástica. Adoptó para la Iglesia reformada el gobierno presbiteral de Calvino, que comprende pastores, maestros, ancianos y diáconos, pero trató de mantener esta estructura de forma más rígida que Calvino.