Seeberg, Reinhold
Nació en Alemania, en el seno de una familia luterana de influencia pietista. Estudió en las Universidades de Dorpat y Erlangen. Fue profesor de Historia Eclesiástica y Teología Sistemática en dichas universidades entre 1884 y 1897, así como en la de Berlín (1898-1935).
De sus profesores Ritschl y Schleiermacher aprendió la centralidad del Reino de Dios en la predicación evangélica y la experiencia de fe como la base que fundamenta el dogma, respectivamente.
“No quiso olvidar nunca que es la Revelación en Cristo el fundamento y norma de la fe cristiana. Por eso gustaba llamar a su teología «moderno-positiva»; es decir, abierta a toda preocupación, interés o necesidad del día presente, pero arraigada en la verdad eterna que es en Jesucristo” (José Míguez Bonino, v.).
Su magistral Historia de las doctrinas (1895, 1898), en desacuerdo con las teorías de Bauer y Harnarck sobre la “helenización del cristianismo”, ha quedado como una obra seria, rigurosa, científica, dominada por pasión de la verdad más que la busca de la origanalidad mediante el uso de una prosa brillante pero equívoca.
Su análisis preferente de Anselmo y Tomas de Aquino, para comprender el desarrollo doctrinal posterior, demostró lo acertado de sus intuiciones y de su método y su capacidad para historiar el progreso dogmático. El teólogo católico Henri Rondet dice que Seeberg “interpreta la historia de las doctrinas con bastante objetividad. Es especialista en la Edad Media, y el volumen que le consagró es muy precioso para nosotros” (Historia del dogma, p. 24. Herder).
De sus profesores Ritschl y Schleiermacher aprendió la centralidad del Reino de Dios en la predicación evangélica y la experiencia de fe como la base que fundamenta el dogma, respectivamente.
“No quiso olvidar nunca que es la Revelación en Cristo el fundamento y norma de la fe cristiana. Por eso gustaba llamar a su teología «moderno-positiva»; es decir, abierta a toda preocupación, interés o necesidad del día presente, pero arraigada en la verdad eterna que es en Jesucristo” (José Míguez Bonino, v.).
Su magistral Historia de las doctrinas (1895, 1898), en desacuerdo con las teorías de Bauer y Harnarck sobre la “helenización del cristianismo”, ha quedado como una obra seria, rigurosa, científica, dominada por pasión de la verdad más que la busca de la origanalidad mediante el uso de una prosa brillante pero equívoca.
Su análisis preferente de Anselmo y Tomas de Aquino, para comprender el desarrollo doctrinal posterior, demostró lo acertado de sus intuiciones y de su método y su capacidad para historiar el progreso dogmático. El teólogo católico Henri Rondet dice que Seeberg “interpreta la historia de las doctrinas con bastante objetividad. Es especialista en la Edad Media, y el volumen que le consagró es muy precioso para nosotros” (Historia del dogma, p. 24. Herder).