Schillebeeckx, Edward C.F.A.
Edward Cornelis Florentius Alfonsus Schillebeeckx nació en Antwerp (Bélgica). Estudió en Le Saulchoir y en La Sorbona. Doctor y maestro en teología. Enseñó teología dogmática en Lovaina durante los años 1943 al 1957.
Desde 1958 fue profesor de historia de la teología en la Universidad de Nimega. En 1956 contribuyó a la fundación de la revista teológica internacional Concilium. Perito del Concilio Vaticano II y uno de los redactores del Catecismo holandés (1968). Procesado por la curia romana..
A través del recurso a los métodos histórico-críticos para el estudio de los Evangelios, en su Jesús. La historia de un viviente, redescubre a Jesús de Nazaret como “criterio y norma de toda interpretación de Cristo”. El objeto delos testimonios de la fe del Nuevo Testamento no es un ser etéreo, celestial, disfrazado de ser humano, sino el hombre concreto Jesús de Nazaret.
“No se puede comprender la nueva teología —dice— sin el concepto de `revelación mediada´ por la historia, por la experiencia interpretativa de los hombres. Cuando no se acepta esto, se cae necesariamente en el fundamentalismo... La Palabra de Dios es la palabra de los hombres que hablan de Dios. No es Dios quien lo ha dicho, no es Cristo quien lo ha dicho en sentido estricto, sino los hombres que han contado su experiencia de relación con Dios”.
Fue el primer teólogo en recibir el Premio Erasmo (1982), en reconocimiento a su importante contribución a la cultura europea.
Desde 1958 fue profesor de historia de la teología en la Universidad de Nimega. En 1956 contribuyó a la fundación de la revista teológica internacional Concilium. Perito del Concilio Vaticano II y uno de los redactores del Catecismo holandés (1968). Procesado por la curia romana..
A través del recurso a los métodos histórico-críticos para el estudio de los Evangelios, en su Jesús. La historia de un viviente, redescubre a Jesús de Nazaret como “criterio y norma de toda interpretación de Cristo”. El objeto delos testimonios de la fe del Nuevo Testamento no es un ser etéreo, celestial, disfrazado de ser humano, sino el hombre concreto Jesús de Nazaret.
“No se puede comprender la nueva teología —dice— sin el concepto de `revelación mediada´ por la historia, por la experiencia interpretativa de los hombres. Cuando no se acepta esto, se cae necesariamente en el fundamentalismo... La Palabra de Dios es la palabra de los hombres que hablan de Dios. No es Dios quien lo ha dicho, no es Cristo quien lo ha dicho en sentido estricto, sino los hombres que han contado su experiencia de relación con Dios”.
Fue el primer teólogo en recibir el Premio Erasmo (1982), en reconocimiento a su importante contribución a la cultura europea.