Rowley, Harold Henry
Nació en Leicester (Inglaterra). Realizó sus estudios en Bristol Baptist College de la Universidad de Bristol y en Mansfield College de la Universidad de Oxford, donde se doctoró en lenguas clásicas, hebreo, arameo e historia del Antiguo Testamento.
En 1922 marchó a China como misionero y enseñó Antiguo Testamento en la Universidad Cristiana de Shantung (1924-29). De regreso a su patria fue nombrado profesor de lenguas semíticas en la Universidad del Sur Gales en Cardiff (1930) y luego del Norte de Gales en Bangor (1935). En la Universidad Victoria de Manchester fue profesor de hebreo durante trece años (1945-59).
Escritor prolífico, relacionado con temas de su especialidad académica, fue asimismo un conferenciante muy solicitado en el Seminario Teológico Unión de Richmond (Virginia, EE.UU.); en la Universidad de Estudios Orientales y Africanos de Londres (Inglaterra) y otras muchas instituciones universitarias.
Para él “la clave de la Biblia es la revelación en vez del descubrimiento, aunque se ordena a los hombres la anhelante actividad del espíritu, lo cual es una fe muy razonable” (La fe..., p. 20).
En su conferencia sobre la inmortalidad del individuo en el Antiguo Testamento, señaló que la idea de la inmortalidad del alma se deriva no de un concepto antropológico y abstracto del hombre —su grandeza o destino eterno—, sino de la comunión con Dios. Dios eterno es fuente de esa vida que es la vida perdurable. Dios es quien ofrece la vida que es digna de llamarse vida, tanto aquí como en el más allá. “Y ofrece vida porque se ofrece a Sí mismo”.
En 1922 marchó a China como misionero y enseñó Antiguo Testamento en la Universidad Cristiana de Shantung (1924-29). De regreso a su patria fue nombrado profesor de lenguas semíticas en la Universidad del Sur Gales en Cardiff (1930) y luego del Norte de Gales en Bangor (1935). En la Universidad Victoria de Manchester fue profesor de hebreo durante trece años (1945-59).
Escritor prolífico, relacionado con temas de su especialidad académica, fue asimismo un conferenciante muy solicitado en el Seminario Teológico Unión de Richmond (Virginia, EE.UU.); en la Universidad de Estudios Orientales y Africanos de Londres (Inglaterra) y otras muchas instituciones universitarias.
Para él “la clave de la Biblia es la revelación en vez del descubrimiento, aunque se ordena a los hombres la anhelante actividad del espíritu, lo cual es una fe muy razonable” (La fe..., p. 20).
En su conferencia sobre la inmortalidad del individuo en el Antiguo Testamento, señaló que la idea de la inmortalidad del alma se deriva no de un concepto antropológico y abstracto del hombre —su grandeza o destino eterno—, sino de la comunión con Dios. Dios eterno es fuente de esa vida que es la vida perdurable. Dios es quien ofrece la vida que es digna de llamarse vida, tanto aquí como en el más allá. “Y ofrece vida porque se ofrece a Sí mismo”.