Pannenberg, Wolfhart
Teólogo luterano alemán, nacido en Stettin (hoy Polonia). Estudió filosofía en Berlín y Gotinga, dedicando al cristianismo durante su tiempo allí. En Basilea (Suiza) estudió con Karl Barth y Karl Jaspers. Profesor de teología sistemática en Wuppertal, Maguncia y Munich, se dio a conocer oponiéndose al programa desmitologizador de su maestro Bultmann, afirmando que revelación e historia son categorías teológicas significativas y que la resurrección de Jesús es el eje sobre el que gira todo el cristianismo. Fue animador del círculo de teología de Heidelberg, orientado al estudio de los problemas históricos, porque una “comprensión de la revelación que la ve en contraposición al conocimiento natural, cae en el peligro de confundir la revelación histórica con un saber oculto y arcano de tipo gnóstico”, gnosticismo en el que indudablemente ha caído mucho del pensamiento religioso moderno.
Pannenberg se distancia de la tradición fideísta luterana en la importancia que concede al lugar de la razón en la teología, frente a teólogos como Paul Althus. El puesto de la razón en teología hace que ésta se pueda contemplar como una ciencia, recuperando así la gran tradición de la Edad Media, que juzgaba natural que la teología fuese la ciencia por antonomasia. La teología no puede ser ciencia en el sentido moderno de físico-matemática, pero sí en el de ciencia humana o del espíritu. Y es tan rigurosa y exigente en su método como las ciencias naturales. Dios, objeto del discurso teológico, es “la realidad que todo determina” y ninguna ciencia puede permanecer ajena a esa clave de lo real y del ser.
En la línea de Scheler, Pannenberg ha profundizado el carácter abierto del hombre, que reclama la existencia de una realidad transcendente que le colme. La vida humana, defenderá una y otra vez, está unida inextricablemente a lo religioso. “En todo lo que le acontece sobre la escena terrestre tiende el hombre a desbordarse escapando de todo, sin que nada pueda llenarlo radical y definitivamente” (Pannenberg). Esto evidencia la destinación del hombre a Dios, en una línea de razonamiento muy semejante a la de Agustín, y el "existencial sobrenatural" de Karl Rahne
Pannenberg se distancia de la tradición fideísta luterana en la importancia que concede al lugar de la razón en la teología, frente a teólogos como Paul Althus. El puesto de la razón en teología hace que ésta se pueda contemplar como una ciencia, recuperando así la gran tradición de la Edad Media, que juzgaba natural que la teología fuese la ciencia por antonomasia. La teología no puede ser ciencia en el sentido moderno de físico-matemática, pero sí en el de ciencia humana o del espíritu. Y es tan rigurosa y exigente en su método como las ciencias naturales. Dios, objeto del discurso teológico, es “la realidad que todo determina” y ninguna ciencia puede permanecer ajena a esa clave de lo real y del ser.
En la línea de Scheler, Pannenberg ha profundizado el carácter abierto del hombre, que reclama la existencia de una realidad transcendente que le colme. La vida humana, defenderá una y otra vez, está unida inextricablemente a lo religioso. “En todo lo que le acontece sobre la escena terrestre tiende el hombre a desbordarse escapando de todo, sin que nada pueda llenarlo radical y definitivamente” (Pannenberg). Esto evidencia la destinación del hombre a Dios, en una línea de razonamiento muy semejante a la de Agustín, y el "existencial sobrenatural" de Karl Rahne