Newman, John Henry
Más conocido como Cardenal Newman. Filósofo y teólogo anglicano, convertido al catolicismo romano. En su adolescencia experimentó una conversión a Cristo a través de la fe militando en la sección más calvinista de la parte evangélica del anglicanismo. Fue después a Oxford, donde brilló por su clara inteligencia y su singular poder para expresarse. Permaneció allí después de graduarse, siendo reconocido por su piedad y su sana predicación. En cambio, su hermano Francisco, que había pasado por una experiencia de conversión similar a la suya, dejó el anglicanismo para unirse a los Hermanos de Plymouth y posteriormente, desengañado, caer en el agnosticismo.
Newman se debatió con la doctrina acerca de la Iglesia inspirándose en los escritos de los Padres de la Iglesia, como se refleja en su primer libro: Los arrianos del siglo cuarto (1833). Y en su afán de hallar el canal de la presencia y del poder del Espíritu Santo, se volvió en algunos puntos tan carismático como Eduardo Irving. Sin embargo, concluyó que la respuesta que buscaba en su debate interno sobre la doctrina de la Iglesia, no estaba en los dones del Espíritu Santo en general, sino en el don específico del apostolado, siempre presente en la sucesión apostólica del episcopado.
Los Sermones que Newman predicó en la iglesia de Santa María en Oxford causaron un impacto notable en sus oyentes y posteriormente en sus lectores. Y junto con los de otros clérigos anglicanos como Keble y Pusey fueron formando las bases de la teología anglocatólica del Movimiento de Oxford (1833). Su contribución en esta época a los Tratados (1834-1841) hizo que el nuevo Movimiento recibiera también el nombre de Tractarianismo.
Newman sostuvo por un tiempo la teoría de que la Iglesia anglicana era la verdadera sucesora de la Iglesia primitiva, como una vía media entre el protestantismo estricto y el catolicismo heterodoxo, pero poco a poco ("cada día un paso más", solía decir), cambió de pensar y en 1845 decidió abandonar el anglicanismo para unirse a la Iglesia Católica. Poco después se publicó su Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana (1845). Pero el libro más famoso de Newman fue su autobiografía Apología Pro Vita Sua (1864). La tremenda sinceridad con que escribió este libro calmó el revuelo que su abandono del anglicanismo y sus ideas habían causado tanto entre los anglicanos como entre los católicos.
La independencia de su pensamiento teológico (aunque tiene ciertas afinidades con el de Möhler), lo hizo sospechoso frente a una Iglesia Católica Romana que se estaba moviendo directamente hacia la definición de la infalibilidad papal en el Concilio Vaticano I (1870). Newman estaba convencido del papel que representaba el Papa como centro visible de unidad en la Iglesia, pero no creía que eso le diera derecho al absolutismo autoritario ni a la exclusiva del oficio magisterial.
Newman fue investido cardenal por León XIII en 1879, pero su teología siguió siendo siendo mal dentro de la Iglesia Católica hasta que finalmente el Concilio Vaticano II enfocó la doctrina sobre la Iglesia y sobre la Revelación de forma parecida a como Newman la había formulado. Puede decirse que se adelantó a su tiempo por casi cien años. Incluso nos atrevemos a decir que Newman salvó a la Iglesia católica del callejón sin salida al que la había llevado la doctrina de la infalibilidad papal y el problema de la involución dogmática.
Newman se debatió con la doctrina acerca de la Iglesia inspirándose en los escritos de los Padres de la Iglesia, como se refleja en su primer libro: Los arrianos del siglo cuarto (1833). Y en su afán de hallar el canal de la presencia y del poder del Espíritu Santo, se volvió en algunos puntos tan carismático como Eduardo Irving. Sin embargo, concluyó que la respuesta que buscaba en su debate interno sobre la doctrina de la Iglesia, no estaba en los dones del Espíritu Santo en general, sino en el don específico del apostolado, siempre presente en la sucesión apostólica del episcopado.
Los Sermones que Newman predicó en la iglesia de Santa María en Oxford causaron un impacto notable en sus oyentes y posteriormente en sus lectores. Y junto con los de otros clérigos anglicanos como Keble y Pusey fueron formando las bases de la teología anglocatólica del Movimiento de Oxford (1833). Su contribución en esta época a los Tratados (1834-1841) hizo que el nuevo Movimiento recibiera también el nombre de Tractarianismo.
Newman sostuvo por un tiempo la teoría de que la Iglesia anglicana era la verdadera sucesora de la Iglesia primitiva, como una vía media entre el protestantismo estricto y el catolicismo heterodoxo, pero poco a poco ("cada día un paso más", solía decir), cambió de pensar y en 1845 decidió abandonar el anglicanismo para unirse a la Iglesia Católica. Poco después se publicó su Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana (1845). Pero el libro más famoso de Newman fue su autobiografía Apología Pro Vita Sua (1864). La tremenda sinceridad con que escribió este libro calmó el revuelo que su abandono del anglicanismo y sus ideas habían causado tanto entre los anglicanos como entre los católicos.
La independencia de su pensamiento teológico (aunque tiene ciertas afinidades con el de Möhler), lo hizo sospechoso frente a una Iglesia Católica Romana que se estaba moviendo directamente hacia la definición de la infalibilidad papal en el Concilio Vaticano I (1870). Newman estaba convencido del papel que representaba el Papa como centro visible de unidad en la Iglesia, pero no creía que eso le diera derecho al absolutismo autoritario ni a la exclusiva del oficio magisterial.
Newman fue investido cardenal por León XIII en 1879, pero su teología siguió siendo siendo mal dentro de la Iglesia Católica hasta que finalmente el Concilio Vaticano II enfocó la doctrina sobre la Iglesia y sobre la Revelación de forma parecida a como Newman la había formulado. Puede decirse que se adelantó a su tiempo por casi cien años. Incluso nos atrevemos a decir que Newman salvó a la Iglesia católica del callejón sin salida al que la había llevado la doctrina de la infalibilidad papal y el problema de la involución dogmática.