King, Martin Luther
Nació el 15 de enero en Atlanta (Georgia, EE.UU.). Tanto su padre como su abuelo eran pastores bautistas. Desde la infancia experimentó la retricción de la segregación racial, a combatir la cual iba a dedicar su vida y su muerte.
Estudió en Morehouse College (B.A., 1948) de su ciudad natal y en el Crozer Theological Seminary (B.D., 1951) de Chester (Pensilvania). Se doctoró en teología sistemática en la Universidad de Boston (Ph.D., 1955). Amplió sus estudios en las Universidades de Pensilvania y de Harvard. Posteriormente obtuvo más de doscientos grados honorarios con los que le recompensaron distintas universidades tanto de los Estados Unidos como del extranjero.
Pastor de la Iglesia Bautista de la Avenida Dexter de Montgomery (Alabama) en 1954. A partir de entonces comenzó a desarrollar la táctica de la protesta no violenta, como presidente la Asociación de Montgomery para el Progreso, mediante el boicot al uso de autobuses públicos. Al año siguiente fue pastor hasta su muerte de la Iglesia Bautista Ebenezer de Atlanta, junto con su padre. En 1957 participó en la Peregrinación de Oración a Washington. Ese mismo año fue nombrado Presidente de Conferencia de Líderes Cristianos del Sur (SCLC, en inglés), cuyas metas eran acabar con la discriminación racial en las escuelas y el derecho al voto.
Al frente de las “Marchas de la Libertad” recorrió los pueblos y las ciudades del Sur de Estados Unidos, movilizando a miles de negros, predicando siempre el sistema de la no-violencia: “Cristo me ha dado el espíritu y Gandhi el método.” Creía firmemente que “la violencia crea más problemas sociales de los que resuelve”, por el contrario el amor es una fuerza invencible. “El mandamiento de amar a nuestros enemigos, lejos de ser una piadosa exhortación de un soñador utópico, es una necesidad absoluta si queremos sobrevivir.”
En 1964 recibió el Premino Nobel de la Paz. En 1968 comenzó a organizar una Campaña en favor de los pobres, tanto negros como blancos. “Solamente una religión desprovista de sentido —dijo— puede despreocuparse del bienestar económico del hombre. La religión verdadera advierte que el alma estará aplastada mientras el cuerpo esté torturado por las punzadas del hombre y acosado por la necesidad de cobijo.” El 4 de febrero de 1969 moría asesinado por un blanco en Memphis (Tennessee). Tenía treinta y nueve años de edad. Dejaba esposa —Coretta Scott King— y cuatro hijos: dos niños y dos niñas.
Poco antes de su muerte había dicho: “Quiero que podáis decir que traté de ser justo y que quise caminar junto a los que en justicia actuaban, que puse mi empeño en dar de comer al hambriento, que siempre traté de vestir al desnudo. Quiero que digáis ese día que dediqué mi vida a visitar a los que sufrían en las cárceles. Y quiero que digáis que intenté amar y servir a los hombres.”
Brillante orador, siempre predicó la vieja doctrina cristiana del pecado humano: “No nos gusta que digan que el hombre es un pecador. Nada hay que hiera más el orgullo del hombre moderno. Hemos intentado desesperadamente encontrar otras palabras... El hombre es un pecador que necesita la gracia del perdón de Dios. Esto no es pesimismo negativo; es auténtico realismo cristiano.”
Estudió en Morehouse College (B.A., 1948) de su ciudad natal y en el Crozer Theological Seminary (B.D., 1951) de Chester (Pensilvania). Se doctoró en teología sistemática en la Universidad de Boston (Ph.D., 1955). Amplió sus estudios en las Universidades de Pensilvania y de Harvard. Posteriormente obtuvo más de doscientos grados honorarios con los que le recompensaron distintas universidades tanto de los Estados Unidos como del extranjero.
Pastor de la Iglesia Bautista de la Avenida Dexter de Montgomery (Alabama) en 1954. A partir de entonces comenzó a desarrollar la táctica de la protesta no violenta, como presidente la Asociación de Montgomery para el Progreso, mediante el boicot al uso de autobuses públicos. Al año siguiente fue pastor hasta su muerte de la Iglesia Bautista Ebenezer de Atlanta, junto con su padre. En 1957 participó en la Peregrinación de Oración a Washington. Ese mismo año fue nombrado Presidente de Conferencia de Líderes Cristianos del Sur (SCLC, en inglés), cuyas metas eran acabar con la discriminación racial en las escuelas y el derecho al voto.
Al frente de las “Marchas de la Libertad” recorrió los pueblos y las ciudades del Sur de Estados Unidos, movilizando a miles de negros, predicando siempre el sistema de la no-violencia: “Cristo me ha dado el espíritu y Gandhi el método.” Creía firmemente que “la violencia crea más problemas sociales de los que resuelve”, por el contrario el amor es una fuerza invencible. “El mandamiento de amar a nuestros enemigos, lejos de ser una piadosa exhortación de un soñador utópico, es una necesidad absoluta si queremos sobrevivir.”
En 1964 recibió el Premino Nobel de la Paz. En 1968 comenzó a organizar una Campaña en favor de los pobres, tanto negros como blancos. “Solamente una religión desprovista de sentido —dijo— puede despreocuparse del bienestar económico del hombre. La religión verdadera advierte que el alma estará aplastada mientras el cuerpo esté torturado por las punzadas del hombre y acosado por la necesidad de cobijo.” El 4 de febrero de 1969 moría asesinado por un blanco en Memphis (Tennessee). Tenía treinta y nueve años de edad. Dejaba esposa —Coretta Scott King— y cuatro hijos: dos niños y dos niñas.
Poco antes de su muerte había dicho: “Quiero que podáis decir que traté de ser justo y que quise caminar junto a los que en justicia actuaban, que puse mi empeño en dar de comer al hambriento, que siempre traté de vestir al desnudo. Quiero que digáis ese día que dediqué mi vida a visitar a los que sufrían en las cárceles. Y quiero que digáis que intenté amar y servir a los hombres.”
Brillante orador, siempre predicó la vieja doctrina cristiana del pecado humano: “No nos gusta que digan que el hombre es un pecador. Nada hay que hiera más el orgullo del hombre moderno. Hemos intentado desesperadamente encontrar otras palabras... El hombre es un pecador que necesita la gracia del perdón de Dios. Esto no es pesimismo negativo; es auténtico realismo cristiano.”