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Cullmann, Oscar

Cullmann, Oscar
Teólogo luterano francés, nacido en Estrasburgo (Alsacia) en 1902. Estudió en la universidad de Estrasburgo y París. Lector de griego (1927-1930) y profesor de Nuevo Testamento (1930-1938) en la facultad protestante de la universidad de Estrasburgo. Profesor de historia de la Iglesia antigua y Nuevo Testamento (1938-1972) en la universidad de Basilea. Profesor emérito de las universidades de Basilea y París desde 1972 y miembro ordinario de Instituto de Francia (París). Paralelamente fue director de estudios en la Escuela práctica de altos estudios, profesor de la Sorbona y de la Facultad de teología protestante de París. Presidente de la ayuda a los refugiados franceses en Suiza de 1940 a 1944, fue miembro del Instituto Ecuménico de Jerusalén, fundado en 1967 por el canónigo Moeller, profesor de la Universidad de Lovaina. Murió el 18 de enero de 1999 en Chamoix, a los 97 años de edad.

En los años veinte, mucho antes de que el ecumenismo fuese oficial en el orden del día de las Iglesias y de las conferencias internacionales, se comprometió en el diálogo ecuménico con los representantes de las Iglesia católica y ortodoxa, habiendo de la Universidad de Basilea uno de los primeros centros ecuménicos de la teología protestante. Participó como observador en el Concilio Vaticano II y en 1993 fue el primer protestante en recibir el Premio Internacional Pablo VI otorgado por el instituto del mismo nombre.

Sus trabajos de historia y exégesis han contribuido mucho al conocimiento de los orígenes cristianos. Consagró buena parte de su investigación a las relaciones entre salvación e historia, sobre todo la categoría de tiempo, en su etimología griega kairos y cronos, donde analiza la tensión entre el “ya y todavía no”. Su cristología ha influido tanto en la teología protestante como católico-romana. Según su teología de la historia, aparecen dos principios en la obra que Dios lleva a cabo. El primero es un principio de concentración: la obra de Dios se funda en la elección que hace de algunos o de un pueblo. El otro principio es el del universalismo: toda elección se hace para otros, para un gran número, para una misión. Así Israel es elegido para la humanidad, Jesucristo para el mundo entero y los doce apóstoles para una Iglesia destinada a cubrir la tierra. Estos principios son indisociables. Si se afirma uno separado del otro, en la historia se llega a una especie de caricatura de la obra divina; así pasó por ejemplo, con el judeocristianismo vinculado a la práctica religiosa judía y combatido por san Pablo.

Como buen luterano, Cullmann intenta desprenderse de todo sistema filosófico o teológico en la interpretación de los textos del Nuevo Testamento, que le fue censurado por el filósofo y hombre de ciencia católico Jean Guitton. En 1952 publicó San Pedro, discípulo, apóstol y mártir, donde admite que Mt. 16:18-19, significa un verdadero primado del apóstol, restringido a su persona y sin posibilidad de sucesión, teoría acogida favorablemente por muchos evangélicos conservadores.

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