Finney, Charles
N. el 29 de agosto en Warren (Connecticut, EE.UU.). Abogado de profesión y crítico de la fe cristiana llegó a la conversión a Cristo mediante un estudio bíblico personal y asistencia esporádica a la Iglesia, cuanto tenía 29 años de edad. A partir de entonces se dedicó por entero a la predicación. “Me convertí de pleno corazón en la mañana del diez de octubre de 1821... —escribe— Inmediatamente me sentí investido de tal poder de lo alto que unas palabras por aquí y otras por allá que yo expresara a las personas las conducían a su inmediata conversión.”
Fue ordenado como ministro presbiteriano, aunque carecía de estudios formales de teología e incluso dijo no aceptar la Confesión de Fe de Westminster de su Iglesia. En sus escritos y sermones defiende el punto de vista arminiano respecto a la salvación. Durante ocho años promovió campañas de avivamientos por todos los Estados Unidos, con resultados desconocidos hasta entonces.
En 1820 comenzó a propagarse un formidable despertamiento espiritual que llegó a conocerse como el Gran Avivamiento de Occidente. Hubo muchas conversiones notables, entre ellas Teodoro D. Weld, el gran abolicionista. La reforma social que se produjo tras este avivamiento constituye por sí misma algo extraordinario. “Es correcto decir que tenía un ferviente interés en las cuestiones sociales así como una profunda dedicación a la evangelización” (L.A. Drummond).
En Rochester celebró tres campañas con un alto número de respuestas a la fe durante los años 1930-31. En aquellos tiempos de predicación masiva ocupó dos pastorados en la ciudad de Nueva York, en la Iglesia Presbiteriana de Chataham Street (1832-35) y en el Tabernáculo de Broadway (1836-37), en parte debido a haber contraído cólera y problemas de respiración, por causa de su agitada carrera.
En 1835 fue elegido profesor en el recientemente fundado seminario de Oberlin (Ohio). Durante el resto de su vida permaneció vinculado a esta institución. En 1851 fue nombrado presidente de ella, siguiendo a la dimisión de Asa Mahan. Al año siguiente la asistencia al colegio pasó de 570 a 1.020 alumnos. Mientras tanto reanudaba sus labores de evangelista. Realizó dos viajes importantes a Inglaterra (1849-50 y 1859-60) y causó un profundo impacto en las Islas Británicas. Miles de londinenses se convierton cuando predicó en el Tabernáculo de Whitefield.
Se calcula que medio millón de personas se convirtieron durante su largo ministerio. Inlcuso Lyman Beecher (1775-1863), tan conocido por su ortodoxia, tuvo que reconocer que “esta fue la mayor obra de Dios y el mayor avivamiento religioso que el mundo ha visto jamás en tan poco tiempo.”
Sus conferencias sobre el avivamiento, Lectures on Revivals, fueron publicadas y leídas en toda América y Europa, sirviendo de estímulo a otros despertares religiosos.
Murió el 16 de agosto de 1875 a la edad de 82 años.
Bien se le puede considerar el “padre de la moderna evangelización en masa”. Sus polémicas “nuevas medidas” respecto al avivamiento tenían que ver no con la instrumentalización humana del poder de Dios, como afirman sus críticos, sino con el uso metódico de los medios divinos para atraer a los pecadores a la salvación y a los santos a la renovación. “Un avivamiento —dice— no es nada más que un nuevo comienzo de obediencia a Dios. Como en el caso de la conversión de los pecadores, el primer paso es un arrepentimiento profundo que parta el corazón, y nos postre en el polvo delante de Dios, con verdadera humildad, y un abandono del pecado.” Una innovación notable fue dejar que las mujeres dirigieran la oración pública, y hasta que dirigieran los cultos de oración.
En teología fue arminiano, o como alguien ha dicho, “calvinista arminianizado”. Sus ideas sobre el “perfeccionismo” hallaron una réplica extensa y contundente de parte de B.B. Warfield (v.). Conforme a la época que le tocó vivir enfatizó sobre todo el concepto de Dios como gobernador de la creación, el cual ha dado leyes físicas o naturales y morales o espirituales. “El Espíritu Santo revela a Dios y el mundo espiritual, de forma que sea la razón la que reciba el control de la voluntad. Esta es obra de la regeneración y santificación” (Systematic Theology).
Fue ordenado como ministro presbiteriano, aunque carecía de estudios formales de teología e incluso dijo no aceptar la Confesión de Fe de Westminster de su Iglesia. En sus escritos y sermones defiende el punto de vista arminiano respecto a la salvación. Durante ocho años promovió campañas de avivamientos por todos los Estados Unidos, con resultados desconocidos hasta entonces.
En 1820 comenzó a propagarse un formidable despertamiento espiritual que llegó a conocerse como el Gran Avivamiento de Occidente. Hubo muchas conversiones notables, entre ellas Teodoro D. Weld, el gran abolicionista. La reforma social que se produjo tras este avivamiento constituye por sí misma algo extraordinario. “Es correcto decir que tenía un ferviente interés en las cuestiones sociales así como una profunda dedicación a la evangelización” (L.A. Drummond).
En Rochester celebró tres campañas con un alto número de respuestas a la fe durante los años 1930-31. En aquellos tiempos de predicación masiva ocupó dos pastorados en la ciudad de Nueva York, en la Iglesia Presbiteriana de Chataham Street (1832-35) y en el Tabernáculo de Broadway (1836-37), en parte debido a haber contraído cólera y problemas de respiración, por causa de su agitada carrera.
En 1835 fue elegido profesor en el recientemente fundado seminario de Oberlin (Ohio). Durante el resto de su vida permaneció vinculado a esta institución. En 1851 fue nombrado presidente de ella, siguiendo a la dimisión de Asa Mahan. Al año siguiente la asistencia al colegio pasó de 570 a 1.020 alumnos. Mientras tanto reanudaba sus labores de evangelista. Realizó dos viajes importantes a Inglaterra (1849-50 y 1859-60) y causó un profundo impacto en las Islas Británicas. Miles de londinenses se convierton cuando predicó en el Tabernáculo de Whitefield.
Se calcula que medio millón de personas se convirtieron durante su largo ministerio. Inlcuso Lyman Beecher (1775-1863), tan conocido por su ortodoxia, tuvo que reconocer que “esta fue la mayor obra de Dios y el mayor avivamiento religioso que el mundo ha visto jamás en tan poco tiempo.”
Sus conferencias sobre el avivamiento, Lectures on Revivals, fueron publicadas y leídas en toda América y Europa, sirviendo de estímulo a otros despertares religiosos.
Murió el 16 de agosto de 1875 a la edad de 82 años.
Bien se le puede considerar el “padre de la moderna evangelización en masa”. Sus polémicas “nuevas medidas” respecto al avivamiento tenían que ver no con la instrumentalización humana del poder de Dios, como afirman sus críticos, sino con el uso metódico de los medios divinos para atraer a los pecadores a la salvación y a los santos a la renovación. “Un avivamiento —dice— no es nada más que un nuevo comienzo de obediencia a Dios. Como en el caso de la conversión de los pecadores, el primer paso es un arrepentimiento profundo que parta el corazón, y nos postre en el polvo delante de Dios, con verdadera humildad, y un abandono del pecado.” Una innovación notable fue dejar que las mujeres dirigieran la oración pública, y hasta que dirigieran los cultos de oración.
En teología fue arminiano, o como alguien ha dicho, “calvinista arminianizado”. Sus ideas sobre el “perfeccionismo” hallaron una réplica extensa y contundente de parte de B.B. Warfield (v.). Conforme a la época que le tocó vivir enfatizó sobre todo el concepto de Dios como gobernador de la creación, el cual ha dado leyes físicas o naturales y morales o espirituales. “El Espíritu Santo revela a Dios y el mundo espiritual, de forma que sea la razón la que reciba el control de la voluntad. Esta es obra de la regeneración y santificación” (Systematic Theology).
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