Balthasar, Hans Urs Von
Teólogo católico, nacido en Lucerne (Suiza). Estudió en Viena, Berlín y Zurich. Miembro de la Compañía de Jesús, fue durante un tiempo escritor independiente, llegando a ser director de su propia editorial. Tempranamente interesado en la teología de Karl Barth, el pensamiento Balthasar es estético, contemplativo y ecléctico, buscando la armonía de la filosofía, la literatura y la teología. Poseedor de amplios conocimientos, H. de Lubac dijo de él que era el hombre más culto del siglo XX y que se puede considerar su obra teológica como la más erudita del siglo.
En 1952 publicó Abatir los bastiones, donde sostiene que la Iglesia tiene que salir del guetto histórico y allanar las murallas que la separan del mundo. La obra no fue bien comprendida y suscitó una dura polémica. Por este y otros motivos no participó en las sesiones de trabajo del Concilio Vaticano II, pero, a pesar de no estar presente, polarizó la atención de los padres conciliares en todas las fases.
Para Balthasar la teología no puede ser más que interpretación de la revelación, esto es, hermenéutica de la Palabra revelada, es decir, del texto bíblico. Ha aportado a la teología el concepto de belleza, entendido como principio hermenéutico de la revelación. La apertura al misterio de Dios pasa a través de la experiencia de la belleza. Dios transciende la belleza del mundo, pero a través de la belleza natural es posible introducirse, aunque sea de modo analógico, en el misterio último de Dios como Creador del mundo. Las criaturas hablan mediante su forma de la forma de Dios.
Hacia el año 1965 maduró la idea de construir una gran síntesis teológica entre tres niveles: la teoestética; la teodramática y la teológica. Se trata de una síntesis que acabaría en 1987 y que ocupa un total de quince volúmenes. Su objetivo principal consistía en articular una visión verdaderamente católica, esto es, universal, de todas las manifestaciones de Dios en la humanidad.
En 1952 publicó Abatir los bastiones, donde sostiene que la Iglesia tiene que salir del guetto histórico y allanar las murallas que la separan del mundo. La obra no fue bien comprendida y suscitó una dura polémica. Por este y otros motivos no participó en las sesiones de trabajo del Concilio Vaticano II, pero, a pesar de no estar presente, polarizó la atención de los padres conciliares en todas las fases.
Para Balthasar la teología no puede ser más que interpretación de la revelación, esto es, hermenéutica de la Palabra revelada, es decir, del texto bíblico. Ha aportado a la teología el concepto de belleza, entendido como principio hermenéutico de la revelación. La apertura al misterio de Dios pasa a través de la experiencia de la belleza. Dios transciende la belleza del mundo, pero a través de la belleza natural es posible introducirse, aunque sea de modo analógico, en el misterio último de Dios como Creador del mundo. Las criaturas hablan mediante su forma de la forma de Dios.
Hacia el año 1965 maduró la idea de construir una gran síntesis teológica entre tres niveles: la teoestética; la teodramática y la teológica. Se trata de una síntesis que acabaría en 1987 y que ocupa un total de quince volúmenes. Su objetivo principal consistía en articular una visión verdaderamente católica, esto es, universal, de todas las manifestaciones de Dios en la humanidad.