Argensola, Bartolomé Leonardo
AUTOR TRANSCRITO O CITADO EN “El Tesoro de David” DE C. H. SPURGEON
Poeta e historiador español del Siglo de Oro.
Estudió Filosofía y Derecho en Huesca, y Griego, Retórica e Historia Antigua en Zaragoza bajo la dirección de Andrés Scoto. En Salamanca estudió Derecho Canónico y Teología e hizo amistad con a Fray Luis de León con quien compartía la afición por los clásicos. Ordenado sacerdote con una dispensa papal, pues con veintidós años aún no estaba en edad canónica de recibir el ministerio se hizo cargo de la Parroquia de Villahermosa en 1588, por lo que es también conocido como poeta como «El Rector de Villahermosa».
Sus principales obras en prosa son "La Conquista de las Islas Molucas" (1609), y "Primera parte de los Anales de Aragón, que prosigue los del Secretario Gerónimo Zurita". Sus numerosos poemas, al igual que las de su hermano mayor Lupercio, son ejemplos admirables de ingenio penetrante.
Algunos de sus sonetos están considerados los más perfectos de la poesía española del Siglo de Oro, como por ejemplo: "A la Divina Providencia", y que comienza diciendo: “Dime, Padre común, pues eres justo”.
Poeta e historiador español del Siglo de Oro.
Estudió Filosofía y Derecho en Huesca, y Griego, Retórica e Historia Antigua en Zaragoza bajo la dirección de Andrés Scoto. En Salamanca estudió Derecho Canónico y Teología e hizo amistad con a Fray Luis de León con quien compartía la afición por los clásicos. Ordenado sacerdote con una dispensa papal, pues con veintidós años aún no estaba en edad canónica de recibir el ministerio se hizo cargo de la Parroquia de Villahermosa en 1588, por lo que es también conocido como poeta como «El Rector de Villahermosa».
Sus principales obras en prosa son "La Conquista de las Islas Molucas" (1609), y "Primera parte de los Anales de Aragón, que prosigue los del Secretario Gerónimo Zurita". Sus numerosos poemas, al igual que las de su hermano mayor Lupercio, son ejemplos admirables de ingenio penetrante.
Algunos de sus sonetos están considerados los más perfectos de la poesía española del Siglo de Oro, como por ejemplo: "A la Divina Providencia", y que comienza diciendo: “Dime, Padre común, pues eres justo”.